Los ecuatorianos están listos para el "socialismo del siglo XXI"? La pregunta ronda en Ecuador después de la derrota del presidente de Venezuela Hugo Chávez en las urnas, que lo llevó a declarar que los venezolanos no lo estaban.La pregunta no ha sido planteada en firme públicamente en ninguno de los círculos de poder y la única reacción sobre la derrota en Venezuela ha sido del presidente de la Asamblea Constituyente, Alberto Acosta, quien habló de que el resultado electoral hace ver que el pueblo venezolano está pidiendo rectificaciones a su gobierno.
Rafael Correa, en Ecuador, ha gobernado once meses y ha empezado a abrir camino a un anunciado "cambio rápido y radical" de las concepciones económicas y sociales que han regido a ese país por años, en la "oscura noche neoliberal", que él ha criticado localmente y en foros internacionales.
Las rectificaciones que se han pedido desde los debilitados sectores de oposición y desde los criticados medios de comunicación han sido sobre todo referentes al estilo del presidente Correa que ha justificado epítetos e insultos por su "corazón ardiente".
Hasta la fecha no existe en Ecuador una medida que pueda corresponder a la aplicación del "socialismo del siglo XXI" aunque los anuncios son diversos pero no hay consensos y sus contenidos son ambiguos. Quizás lo único en firme realizado es la fundación del Banco del Sur, proyecto regional que se enfrenta desde su propia definición al Fondo Monetario Internacional en busca de una moneda propia, sudamericana y a un financiamiento "soberano" de las iniciativas de los países que lo integran.
Respetar la propiedad privada pero la que tenga función social, mantener la dolarización sin que conste en la Constitución y en miras a esa anhelada moneda regional a pesar de las fuertes diferencias que presentan las economías de los países sudamericanos, caminar hacia una economía solidaria y a un Estado fortalecido que arbitre el desarrollo de la economía, imponer medidas para evitar la fuga de capitales, son algunos de los anuncios realizados y que mantienen a la espera a la sociedad ecuatoriana de cómo cuajarán.
El temor no es generalizado hacia ese socialismo, que no termina de ser definido y del que sus ideólogos, como el recientemente defenestrado ministro de Gobierno, Gustavo Larrea, han dicho que será a la ecuatoriana, defendiendo el proyecto de la eventual influencia de Chávez que ha sido argumento recurrente de los opositores.
Correa goza de una altísima popularidad que se expresa en encuestas independientes, en las que, por ejemplo, la de la empresa Informe Confidencial le da 79%. Eso hace ver que los ecuatorianos quieren un cambio, quizás no a la manera de la aspiración del mandatario, pero quizás sí. En todo caso, esos altos índices de respaldo hacen que toda la responsabilidad de lo que ocurra recaiga sobre Correa, líder de la "revolución ciudadana" que proclama.
¿Cuál es el cambio que quiere el jefe de Estado? Hasta ahora no ha pasado de discursos y de cumplir una receta formal aplicada en Venezuela y en parte en Bolivia, con la convocatoria a una Asamblea Constituyente que se inauguró hace dos semanas y a la realización de constantes consultas populares que legitimen sus decisiones en las urnas.
La Asamblea Constituyente, según lo previsto, debate mucho y resuelve todo apoyada en la amplia mayoría oficialista en medio de críticas de la oposición, con una representación fraccionada que habla de que en Ecuador ya no hay estado de derecho y debate inútilmente si los plenos poderes pueden poner en cuestión todo poder constituido, cuando eso ya está resuelto.
Hasta ahí está la situación en Ecuador cuando los grupos políticos tradicionales (de derecha, de centro y de izquierda) están desarticulados bajo la sombra del mandatario Correa, cuya figura es fundamental en el avance del proyecto político. Así lo entiende un grupo de mayoría oficial de la Asamblea, otro ve el proyecto más allá de personalismos y esa podría ser la primera fisura importante que se presente en las próximas semanas al interior del organismo de plenos poderes.
Las definiciones para el "socialismo del siglo XXI" siguen siendo diversas según cada consultado. Si los ecuatorianos están listos o no para ese modelo se dilucidará con el tiempo.
SILVANA LARREA
DPA