En las últimas semanas se pudo leer un reiterado aviso de la Universidad Católica Argentina llamando a un concurso de becas tituladas "Eduardo Braun Menéndez". A poco, una "carta de lectores" publicada en "La Nación" con la firma de un destacado pensador católico que es hijo de aquel científico considerado en vida a la par de eminencias como Houssay y Leloir y muerto trágicamente en 1959, actualizó el recuerdo del gran hombre. La carta -que reproduciremos al final- denuncia la impostura que significa utilizar el nombre de alguien cuyas ideas eran distintas, hasta opuestas, para la promoción de actividades de una institución universitaria por él explícitamente cuestionada cuando se fundó.

El tema aquí son ideas suyas sobre la universidad necesaria en la Argentina y expresiones de personalidades de aquel tiempo en referencia a lo que él pensaba y hacía. En 1945 pronunció una conferencia en la que resumía sus ideas sobre el valor de los institutos privados para el progreso de la investigación científica. Debían ser la base de la organización de las universidades en el país. Y esas universidades se estructurarían según unos pocos criterios normativos. "Primero investigar, después enseñar". "Resolver problemas". "Formar hombres". "Buscar la verdad". "Enseñar a los jóvenes a aprender y educarlos en el espíritu científico". "Enseñanza directa y activa". Y en sumario: "La misión de la universidad es estudiar problemas y educar hombres armónicamente desarrollados, capaces de afrontar, como hombres, los problemas que la vida les ofrezca".

Proyectó, al filo de los '50 con otro grande de la ciencia, el físico Enrique Gaviola, una institución privada de investigación y excelencia (una "John Hopkins argentina", según su expresión), un gran centro intelectual financiado básicamente por industriales donde no entrasen la ideología ni la política. El gobierno peronista abortó la idea cuando ésta logró recoger el auspicio de algunos industriales.

Durante la administración de Frondizi, cuando explotó ante un proyecto legislativo la polémica "enseñanza laica o enseñanza libre" juzgó, siendo católico practicante, que calificar de "libre" al tipo de universidad "enseñadero" que empujaba la jerarquía eclesiástica (a la cabeza monseñor Derisi) era una trampa. "Si ustedes piensan -manifestó enérgicamente en la Casa Rosada participándoselo al presidente- que de las universidades privadas así concebidas puede venir alguna contribución al desarrollo científico-tecnológico argentino, se equivocan. Ellas sólo impulsarán las carreras fáciles, de menor costo y que les rindan más beneficios".

Con su esencial ecuanimidad -una cualidad que servía como un puente entre posiciones aparentemente inconciliables- también pudo convencer a Houssay para que financiara la importación de la primera computadora electrónica para el Instituto de Cálculo de la Facultad de Ciencias Exactas que dirigían profesores "de izquierda". A esto último hizo muchas veces alusión Manuel Sadosky, uno de los entonces así calificados. Él dijo muchas veces que Eduardo Braun Menéndez era uno de los universitarios más extraordinarios que había conocido. Y no lo dijo sólo por el hecho de que fue quien convenció al Consejo del CNIT (el actual Conicet) para que financiara la compra de la histórica computadora del Instituto de Cálculo de Exactas -su querida "Clementina", la primera electrónica en una universidad latinoamericana- sino por su carencia de todo sectarismo y su contribución intelectual en el Departamento de Pedagogía Universitaria y a la reforma estructural que dio base a la época de oro de la universidad pública argentina.

Rolando García, otro eminente hacedor entre los "de izquierda" de aquellos tiempos macartistas y militaristas, destacó siempre la figura de Braun Menéndez y calificó su muerte prematura de una verdadera catástrofe para la universidad y para la vida científica del país. Hay párrafos en un escrito suyo expresivos de que un análisis superficial, basado en la sola consideración de su extracción social, su posición económica y su conocida militancia religiosa, lo hubiera sindicado como un adversario poderoso e irreconciliable para los "reformistas-desarrollistas", pero que años de experiencias compartidas en la actividad universitaria probaron una personalidad de muy distintas características. "Siempre dispuesto al diálogo constructivo, por encima de las banderías, con una clara concepción de la educación superior y de la política científica que necesitaba el país, Braun Menéndez fue para nosotros -concluía el ex decano de Exactas en su época de oro- el interlocutor obligado y el mediador de indiscutida autoridad en los momentos de tensión que vivimos tanto en el Consejo de Investigaciones como en la universidad".

La "carta de lectores"

Como se prometió, transcribimos la breve carta que se publicó días pasados en el matutino porteño. Dice así: "Señor director: el doctor Eduardo Braun Menéndez falleció el 18 de enero de 1959 en un accidente aéreo. Hasta el último día de su vida, nuestro padre manifestó su desacuerdo con el modelo universitario adoptado en la creación de la Universidad Católica Argentina (UCA). Hoy, una profusa publicidad de la UCA promociona becas con su nombre. En representación de sus ocho hijos vivientes, deseo informar que no hemos sido consultados para ello y que tampoco hemos efectuado contribución económica alguna para solventarlas". Fdo. Pbro. Rafael Braun, LE 4.156.370.

HÉCTOR CIAPUSCIO (*)

Especial para "Río Negro"

(*) Doctor en Filosofía