Los datos son alarmantes, pero reflejan claramente la crisis que la educación atraviesa en el país: de cada 10 jóvenes argentinos, 6 tienen dificultades para leer. Así lo reveló el último relevamiento sobre calidad educativa realizado por la Organización Económica para la Cooperación y el Desarrollo (OECD)y difundido por el Instituto para el Desarrollo Social Argentino (IDESA).
El informe ubica a la Argentina en una posición muy baja y en claro retroceso y son pocos los países que muestran un fracaso tan contundente.
Uno de los instrumentos más ambiciosos de medición de la calidad y la equidad de los sistemas educativos es la evaluación PISA que realiza la OECD. La evaluación mide las capacidades de los jóvenes que se encuentran en el 9º año de la educación básica (o 2º de la secundaria) en lectura, matemáticas y ciencias. Se trata de una herramienta intensamente utilizado para diagnosticar debilidades y fortalezas de los sistemas educativos y, en función de ello, diseñar estrategias para mejorar resultados.
La Argentina hasta no hace mucho tiempo se preciaba -y era reconocida como tal en Latinoamérica- por la calidad de su enseñanza y la preparación de su gente. En la actualidad, prácticamente 6 de cada 10 jóvenes de 15 años no sabe utilizar la lectura como herramienta de incorporación de conocimiento. En otras palabras, para más de la mitad de los alumnos, el sistema educativo argentino no logra una meta básica y elemental como desarrollar la capacidad de lectura.
La involución es profunda y generalizada. Entre los años 2000 y 2006 la calificación promedio en lengua cayó 45 puntos. El 5% de los alumnos con menor puntaje retrocedió 78 puntos y el 5% con mayor puntaje retrocedió 28 puntos. Aunque con ritmos diferentes, se observa que el deterioro afecta a todo el sistema educativo.
Con frecuencia se señala que las principales causas de estos fenómenos están asociadas a la pobreza y a las crisis económicas recurrentes. La misma OECD reconoce, al analizar la información relevada, que el entorno adverso del hogar condiciona el desempeño del alumno. Sin embargo, también alerta que no es el único factor. Países vecinos con mayor nivel de desigualdad (Chile, Brasil) o que sufrieron crisis de similar severidad (Uruguay) superan a los jóvenes argentinos. Esto lleva a argumentar que los factores socioeconómicos son importantes, pero no alcanzan para explicar un fracaso tan generalizado y contundente como el que se observa en el caso argentino.
Es posible que las reglas con las que opera el sistema educativo sean las que conspiran contra la calidad y equidad de los resultados. Probablemente la más decisiva sea un régimen fiscal basado en la descentralización de funciones y la creciente concentración de recursos en la Nación, opinó IDESA.