Javier Romera terminó su primer año en el TRV6 como lo empezó, padeciendo con los problemas de su “407” y los riesgos de largar atrás.
Después de cumplir con una de las dos tandas de clasificación, Romera largó la prueba clasificatoria desde el puesto 30.
El roquense hizo ilusionar a los aficionados con maniobras al límite, en el frenaje de la primera curva, avanzando varias posiciones.
Estaba en plena etapa de recuperación cuando en el mismo lugar le pegó de atrás Sergio Guarnacchia, lo hizo entrar en trompo, lo embocaron otros y abandonó.
En la final movió desde el fondo, lo embocaron en el primer frenaje y el auto quedó desalineado. Hizo una pasada por boxes, para cumplir con una penalización de “pase y sigue” por un toque con Ariel Pacho.
Volvió a la pista y se dio el gusto de acelerar su auto, participó de varios roces en las partes más trabadas en su intento por avanzar, hasta que la bandera negra lo dejó afuera por maniobra antideportiva.
Un año de terror para Romera, sin ningún resultado a pesar de su gran sacrificio. No encontró respuestas ni contención, por más que nunca se quejó, en el Gama Sport Team, que siempre le entregó un auto de alquiler. Terminó un calvario, a pensar en el futuro en la pista o fuera de la misma.
“Ahora, sólo quiero descansar porque tuve que hacer malabares para terminar el certamen”, comentó Romera cuando dejaba el circuito roquense.
