Jueves 06 de Diciembre de 2007 Edicion impresa pag. 44 > Cultura y Espectaculos
Houellebecq: "Cuando uno ama, pierde libertad"

Nietzsche tenía razón cuando decía que un filósofo casado pertenece al registro de la comedia. Uno es más libre cuando está solo", dispara durante un encuentro con periodistas.

O riéndose un poco de sí mismo, reconoce el dominio de la cultura estadounidense por sobre la europea al sostener que "los franceses están demasiado enroscados en la contemplación masoquista de su propia existencia".

En 2002, su nombre trascendió los círculos literarios cuando fue acusado por varias organismos musulmanes franceses de injuria racial e incitación al odio por haber calificado al Islam como "la religión más idiota del mundo".

El tribunal lo absolvió, y él reivindicó su derecho a criticar los textos monoteístas, que en su opinión son "textos de odio".

 

La verdad sobre las mujeres

 

"No creo ser xenófobo, lo de misógino se puede discutir", confiesa. "Creo, más bien, que en todo caso lo son mis personajes. Yo no creo ser una personalidad afirmada. Soy vago y contradictorio en la vida cotidiana. No desprecio a las mujeres; en realidad, lo más penoso es que cambio con frecuencia de parecer sobre esto. Las mujeres muy femeninas y encantadoras me molestan un poco. Pero cuando veo que las alemanas se rasuran rara vez las axilas, me digo que es bueno

que las mujeres hagan un esfuerzo por verse bonitas", comenta, entre risas, para luego agregar, más serio: "Hay cosas que dice el feminismo que son falsas. Encontré muchas mujeres que sueñan con ser amas de casa; pero hay cierta deshonestidad en estos temas, y no me gusta la gente deshonesta".

Houellebecq reconoce que tiene la impresión de vivir desde los 15 años en una sociedad que no ha cambiado. Por eso, se muestra más bien escéptico cuando le hablan del mayo francés.

"La generación de los 60, que no conocí directamente, tenía una tendencia a sobrevalorar sus propios objetivos. Se desarrolló cierto cinismo que fue disfrazado de combate libertario, pero fue el comienzo de una visión cínica de la vida. Tampoco hay que presentar a esa generación como generosos marxistas tercermundistas; eran pocos

y por eso se hacían oír, pero la mayoría eran consumidores cínicos e indiferentes con los otros", opina.

Para el escritor, la verdadera mutación comenzó con la Revolución Francesa y la creación de un mercado de individuos libres. "La verdadera revolución del siglo XX es el capitalismo, que destruyó todas las estructuras, incluso la familia y la pareja (...) El mayo del 68 no tuvo gran importancia. Imaginen un mundo con el rock y la píldora y sin el mayo del 68: el resultado actual sería exactamente el mismo".

El mundo, según Houellebecq, es cada vez menos comprensible. "Los progresos tecnológicos son un avance, pero nadie puede explicarlos porque nadie entiende gran cosa del tema. Lo mismo pasa con la economía. ¿Alguien entendió por qué un país rico de Latinoamérica como Argentina se convirtió en un país pobre? Leí como 40 artículos sobre eso y no entendí nada. Nadie entiende nada de economía y tecnología, y sin embargo gobiernan el mundo", afirma.

En este sentido, cree que la situación de los novelistas es mejor, porque pueden usar a sus personajes como intermediarios y a través de ellos crear la ilusión de que entienden el mundo. Sin embargo, no será la literatura la encargada de cambiarlo.

"La literatura novelística no cambia el mundo. No digo la literatura en general; textos como las epístolas de San Pablo, el Corán, el Manifiesto Comunista sí lo pueden hacer, pero no las novelas. Lo que yo espero de un libro es leer una descripción del mundo, que las fuerzas que operan en él hayan sido correctamente identificadas. Creo que el mundo es más vivible cuando uno lo comprende mejor".

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