"Del '¿Por qué no te callas?' y otras consideraciones"
La imagen lamentable de la verborragia, por un lado, y las públicas acciones de la indeseable y en leve proceso de agotamiento de la monarquía, por el otro, permiten situarnos en un tercer lugar y considerar a la vista un nuevo adelanto de los procesos políticos y sociales, por lo menos en y para nuestra América del Sur, ya que si no se hubiese dado aquel episodio en el vecino país, todos aquellos sentimientos allí expresados continuarían guardados y serían expresados a través de dilatadas políticas económicas que servirían para, de a poco, ahogar aún más a los países en menores condiciones.
Cuando digo "menores condiciones" no me refiero a condicionamientos propios de los recursos naturales e industriales de cada país sino a la aplicación de malas políticas sociales y económicas que contribuyen una vez más a mostrar que no hay interés en el bienestar de la sociedad sino en hacer funcionar el huracán económico de la globalización. Si esto no fuera así, ¿no podría un país rico en diversidad de recursos naturales ser potencia industrial, ser potencia en elaboración para la importación y exportación de alimentos, ser potencia en desarrollo científico? (Todo esto, probado y demostrado...)
Estas pequeñas observaciones permiten avizorar el futuro de la región sur de América, ya que obligadamente hay que tener también en cuenta que los denominados países moderados -Argentina y Brasil- deberán tomar intervención, si bien no a través de expresiones públicas, sí desde acciones económicas, puesto que la tendencia económica de la globalización proyectada a diez años está orientada a sostenerse con la moneda de Europa, el euro -esta afirmación tiene como base los informes del agotamiento de los recursos petrolíferos en el lapso de los próximos diez años y la aparición del carbón como nuevo mineral sujeto a explotación como fuente de energía no renovable-.
Decir que los países moderados deberán tomar intervención es también considerar que no hay un horizonte para el desprendimiento de un sistema económico globalizado, ni siquiera refuerzo para la conformación de un bloque económico como puede llegar a ser el Mercosur, por lo menos... no antes de los próximos diez años.
Decir que los países moderados deberán tomar intervención es también considerar que estamos sujetos al rigor de quienes hacen uso de una verborragia circunstancial... por lo menos por diez años, mientras que el "auténtico decadente" puede extenderse por unos veinte a treinta años más. O sea, nuestro país buscará entonces continuar alineándose a Europa puesto que también la mayor cantidad de carbón está allí, con el 44% de las reservas -contra un 28% en América del Norte-.
En Europa occidental hay importantes depósitos de carbón en la región francesa de Alsacia, en Bélgica y en los valles alemanes del Sarre y el Ruhr. En centro-Europa hay yacimientos en Polonia, la República Checa y Hungría. El yacimiento de carbón más extenso y valioso de la ex Unión Soviética es el situado en la cuenca del Donets, entre los ríos Dniéper y Don.
En resumen: terminamos enganchándonos con la monarquía para orientar nuestras políticas económicas a la dependencia del carbón.
Los cipoleños tienen que estar muy felices. No muchas ciudades medianas o grandes del país tienen el lujo de contar con un hospital extraordinario en todos sus aspectos: infraestructura, equipamiento y, esencialmente, médicos y enfermeras cuyos profesionalismo y bondad quiero destacar y agradecer públicamente.
Con motivo de un problema menor de salud, mi hijo concurrió a dicho hospital, donde fue atendido espléndidamente. Nadie le preguntó si residía en esta ciudad, si tenía obra social o dinero... nada, sólo hicieron el registro de práctica y luego se dedicaron a asistirlo con impecable atención profesional, además de una calidez digna de excelentes personas -condición que en estos tiempos no es poca cosa-.
Culminada la práctica se le entregó el medicamento indicado, sin que tuviera que pagar por algún concepto.
Nobleza obliga, me veo en la imperiosa necesidad de agradecer, aunque reiterando mi admiración por la calidad hospitalaria una reflexión cabe exponer: no todo está mal. No estamos entre los países del Primer Mundo pero tampoco somos menos que ellos, al menos en lo que respecta a nuestra gente -en este caso, de nuestro hospital-, y esta situación que me permito hacer pública viene a reafirmar aquello de que las instituciones funcionan mal o bien de acuerdo con las personas que las dirigen. En Cipolletti podemos probarlo.
Sirvan estas líneas para acompañar el merecido homenaje a un gran hombre, Greenville Morris, uno de esos que en la Patagonia argentina honraron la vida y a través de sus hijos le devuelve el amor compartido por la tierra, el trabajo, la gente humilde y la familia.
Lo conocí en tiempos de la recuperada democracia en que condujo el Ministerio de Recursos Naturales de la Provincia de Río Negro, un lugar desde el cual, a través de su austeridad extrema y de largas jornadas de trabajo, trató de inculcarnos a profesionales, técnicos y empleados del sector público la vocación de servicio por los paisanos y por la tierra.
Corrían por 1984 tiempos de duras nevadas y pérdida de majadas en la Línea Sur, tiempos en que Morris buscaba con esfuerzo armar un equipo que fuera sensible a la problemática ambiental, la desertificación y la pérdida de capacidad productiva de los campos, como factor de empobrecimiento de los crianceros y de deterioro de la calidad de la lana y el pelo; tiempos en que se gestaba la ley de conservación de suelos y en que otros compañeros del mismo rumbo, junto a la tierra, las pasturas y la ganadería ovina, compartían su vocación de extensionistas, como Gustavo Cechi, los ingenieros Zape y Gilardi y funcionarios comprometidos como el tan apreciado "Buya"; tiempos en que los "promotores" buscaban asociar a pequeños productores incentivando la cooperación y el aprendizaje compartido en la producción con sabor a tierra, a frío, a soledad, a viento y -tantas veces- a poco retorno en las ventas de lana y pelo.
Con su humildad, Greenville Morris fue artífice de una inmensa tarea silenciosa, pública y social, de amor a la naturaleza y a la gente sufrida del campo, que se ha prolongado en las cooperativas y que está cerca de cumplir el sueño de que funcione un establecimiento propio de clasificación y procesamiento de lana y pelo en el norte de la Patagonia.
La tristeza que nos embarga es que el reconocimiento a los verdaderamente valiosos en la sociedad suele llegar un poco tarde, cuando quien es el protagonista de los homenajes no puede recibirlos de pie, con los ojos y los oídos abiertos y el corazón lleno de profunda satisfacción por la vocación y el deber cumplidos, fundido en abrazos con los seres más queridos de su familia y sus compañeros de historia.
Hoy, su familia -su esposa, con amor a la enseñanza; sus hijos, con el ejemplo y el amor recibido y multiplicado por la tierra-, la extensión rural y el trabajo ingenieril son un regalo que la vida de Greenville Morris prolongada en ellos le sigue donando a la tierra que lo cobijó. Son parte de la cosecha de esa siembra muchas veces anónima en la que tanto esfuerzo puso junto a sus compañeros del INTA, de las cooperativas, de los grupos de crianceros y promotores, de los parajes, de los pueblos grandes y pequeños, en tantos y tantos años de recorridas, enseñanzas, desafíos, ejemplos y mensajes por radio y cara a cara.
Vaya este homenaje junto a la gente del INTA Bariloche para que muchos jóvenes retomen su camino y su causa.
Casi a las 21 del 9 de noviembre partimos de la terminal de colectivos de Buenos Aires en un ómnibus de la empresa Pehuenche (Nº 7.427) con destino final a Neuquén capital. Ya en viaje con mi esposa, un hijo suyo y mi hijo de 13 meses -que ocupaban los asientos 49 y 50-, observé agua en el piso. Imaginé que sería parte del aseo previo al viaje.
Con la buena voluntad de uno de los choferes, lográbamos viajar con mi familia, pero seguía observando agua. Pregunté y me contestaron que era del equipo de calefacción.
Ya por la mañana, advertí que en el asiento de adelante había un bicho caminando por el cabezal y, fáciles como son de reconocer, comprobé que se trataba de una cucaracha.
El piso seguía mojado. Al lado mío viajaba una señora mayor, sobre cuya cabecera se veía otra cucaracha más grande. Me acerqué a los choferes y les recriminé por lo que sucedía. Recién a los 15 minutos se acercó uno de ellos diciéndome que carecían de responsabilidad, ya que se limitaban a retirar las unidades de la base de la empresa, estuvieran como estuvieran.
Ahora bien, yo me pregunto, ¿qué seguridad ofrece Pehuenche (El Valle, Vía Bariloche) sobre la calidad de higiene y salubridad que el usuario, al pagar un pasaje, cree tener? Uno se termina convenciendo de que lo que se abona no alcanza para entregar unidades aseadas con aroma a limpieza y seguras para viajar.
Es mi deseo obtener una respuesta adulta y responsable por parte de quienes tienen a su cargo el control de estas "empresas".
El adversario de Eros (la vida), con los servicios de su fiel aliada, la mentira, trata de llevar a los ediles neuquinos a violar la Carta Orgánica (artículo16, inciso 36) y otras normas morales y legales, induciéndolos a matar perros (para empezar).
La primera mentira es escudarse en la "eutanasia" como justificativo, ya que los animales no desean ni deciden morirse; son los representantes de los vecinos los que quieren tapar la ineptitud para aplicar la ordenanza vigente con la muerte.
La parte más burda y falaz de esta argumentación es la existencia de miles de perros deambulantes; si las cifras que mencionan fuesen ciertas, los candidatos les pondrían carteles en el lomo, ya que habría más perros que árboles.
A este exceso de "responsabilidad" ciudadana habría que agregar la obligación de los ediles de presenciar el sacrificio, para garantizarse que se cumple lo que han normado. De paso, al verlos podrían recordar que cuando eran chicos algún perrito les habrá lamido la cara para que dejaran de llorar.
El interrogante es: ¿quiénes se van a encargar de matarlos? No creo que los empleados municipales tengan contemplada en su escalafón la categoría de verdugo; además, ningún trabajador está obligado a efectuar tareas contrarias a las leyes y la moral. Quizá lo resuelvan contratando sicarios.
Aunque lo que más debería preocuparles es que se generalice esta idea de matar todo lo que es inútil y que además signifique una carga para el erario público...
