Más de lo mismo, más poder disperso y más aislamiento gubernamental.
Así pueden definirse los iniciales cambios y acciones enmarcadas por el gobernador Miguel Saiz para su segunda gestión.
"Un gabinete de autocontrol", expresa la visión más optimista del gobierno.
El Presupuesto ratificó esa dirección de inmodificable continuidad. Un diseño que permitirá sólo negociar con Nación otra ayuda para cumplir con la deuda provincial.
No ofrece ninguna sorpresa. Siguen ausentes marchas o incentivos autóctonos. Por ejemplo, Producción continuará con políticas "activas" inexistentes. Su presupuesto de 45 millones es inferior al de la Secretaría General. Además, la cartera de Juan Accatino concluirá el año y le habrán "sobrado fondos" de sus partidas originales subejecutadas por real escasez de disponibilidad. Los otros ministerios ya gastaron sus presupuestos. A octubre, Producción utilizó solamente el 27 por ciento de sus "transferencias", que expresan los incentivos y acciones reales. Así, este ministerio seguirá supeditado a programas nacionales (con más promesas que efectividad) y a la incansable presencia del ministro.
El gabinete anunciado por Saiz respeta el histórico criterio de perpetuidad. Siempre fiel a sí mismo, el gobernador resiste las alteraciones y considera que no hay mayores motivos para los reemplazos ministeriales. Las designaciones para las vacantes de Gobierno y Salud están cimentadas en el mismo criterio. En el resto de los cargos, Saiz se fastidia por la perpetuidad ajena, pero nada hace para modificarla.
La segunda de Salud, Cristina Uría, una técnica de bajo perfil, continuará la gestión de Adriana Gutiérrez, que asumirá su banca legislativa. Seguirá el rumbo, de modo que el pronóstico es reservado. Por ahora, ese ministerio expresa escasas transformaciones y avances frente a la importante inyección de recursos. Se acercará este año a los 300 millones, un 35 por ciento más que en el 2006. No existe un crecimiento porcentual similar. La deficiencia en las políticas sanitarias provinciales quedan expuestas con la reactualización de la crisis del Ipross. En Río Negro se creó hace ocho años un Seguro Provincial de Salud, que descomprimiría la presión prestacional existente en la obra social. Ese programa no fue implementado, tampoco otro. Igual, Saiz priorizó el statu quo en Salud.
Lo de Gobierno es diferente, pero parecido. Asumirá el legislador José Luis Rodríguez ya que el ministro Iván Lazzeri jurará en la Legislatura o, posiblemente, iría a un cargo nacional. El diputado es conciliador, sólido y experimentado, con siete años al frente de Economía en el gobierno de Verani. Pero llega devaluado por los condicionamientos impuestos y la relación de sospechas con Saiz. Un acotado escenario que dificultará cualquier revisión gubernamental.
El gobernador tiene más diferencias que coincidencias con Rodríguez. Muchas son remotas y están cuidadosamente enquistadas. Saiz siempre lo culpó de sus peripecias financieras cuando aquél era intendente roquense y éste ministro de Verani. Ese recelo acumuló otras disidencias. En el 2003, Saiz no dudó en excluirlo de su gabinete y, luego, el legislador lideró un levantamiento interno con la COR, una manifestación que se diluyó en las contradicciones del sector. La ofensiva incluyó amenazas de confrontación por la candidatura a gobernador. Lo de Rodríguez quedó en un amague, pero mantuvo su añoranza por regresar al Ejecutivo. Sólo por eso aceptó la postulación municipal de Roca. Saiz lo necesitaba y fue una actitud para "volver a pertenecer".
¿Saiz modificó su pensar acerca de su futuro ministro? Poco. Sobran hechos de las limitaciones. El gobernador le definió los secretarios: la continuidad de Miguel Bermejo en Seguridad y Ricardo Ledo en Trabajo, y el nombramiento de Robin del Río en Gobierno. En el mejor de los casos, Rodríguez podrá opinar para designar al cuarto y último de sus secretarios.
Menos conocidos, otro simbolismo contundente fue el teatro del ofrecimiento. Rodríguez escuchó la propuesta de Saiz, secundado por el secretario General, Francisco González. El diputado ni gozó de la comodidad de la soledad.
Frente a tanta resistencia ¿por qué Saiz lo incorpora a Rodríguez? Hay motivos que sólo siguen anidados en su mente. Otros buscan un equilibrio sectorial. Sí, es cierto que poco funcional y operativo es este nuevo ingrediente en un gobierno ya desintegrado y con pocos objetivos comunes.
El parlamentario esgrime un exclusivo razonamiento para su aceptación: "Tenga lo que tenga, lograré más instalación provincial que desde una simple banca". Habla de lo político. El margen de maniobra y éxito quedará supeditado a su capacidad.
Lo único distinto es que Saiz intentó otro rediseño de mando. Un objetivo que advirtieron sus socios legislativos. Alentó esta semana el rol femenino en perjuicio de Bautista Mendioroz y Daniel Sartor, dos actores centrales en su primera gestión. Fue solamente un indicio.
Primer caso. La diputada Marta Milesi sorprendió con el pase a archivo del pedido de desafuero del fiscal de Estado, Alberto Carosio. La diputada actuó con instrucción de Saiz. Sartor que resistía esa determinación se enteró en la comisión. El legislador siempre protagonista en las decisiones importantes detectó y asimiló ese desaire.
Segundo caso. La ministra Gutiérrez motorizó el proyecto de reforma estructural del Ipross. Saiz transmitió que ella sería la interlocutora y que el proyecto se debía tratar el jueves. La compleja iniciativa llegó dos días antes de la sesión. Arribó de la peor forma: los gremios pedían debatirla y el gobierno no le ofreció demasiadas alternativas.
Ambos sucesos sirvieron para la respuesta interna. Por sí, Mendioroz y Sartor recibieron a los gremios y abrieron el debate por el Ipross, postergando su tratamiento. No hablaron con Saiz, recogieron el mismo canal. Le avisaron a Gutiérrez que la aprobación legislativa debería esperar.
Existió otro mensaje. El vicegobernador electo que mantiene pendiente con Saiz ciertas decisiones de cargos en ambos poderes no concurrió a la cena que el mandatario ofreció el miércoles a sus legisladores. No fue casualidad. Al otro día, después de un mes de silencio, ambos volvieron a reunirse.
Dos complejas personalidades que convivirán a partir del domingo. Se prometen lealtades pero, en cambio, se ofrecen mutuas desconfianzas.
Se aproximan otros tiempos. Las finanzas públicas se estrechan y los gremios desempolvarán viejos conflictos.
El oficialismo rionegrino flamea entre el desapego kirchnerista y la desprotección partidaria. Cada vez más lejos del radicalismo. Afrontará así un año que ya lo expondrá en mayo a un duro desafío electoral en Bariloche porque Alberto Icare no asumirá su nuevo mandato municipal. Tanta desorientación que Saiz evalúa respaldar la candidatura del icarista Darío Barriga el presidente electo del Concejo y futuro jefe interino y retacear apoyos a los radicales, aunque están alistados Marcelo Cascón y Hugo Castañón. Por ahora, analiza actitudes, espera el momento y evita cruces interesados. Por eso, el viernes suspendió su viaje a Bariloche.
ADRIÁN PECOLLO
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