BOGOTÁ (DPA/AFP).- Sentada, con las manos unidas y la mirada baja al frente de unas rústicas tablas que pretenden ser una mesa. La extrema delgadez deja entrever la difícil vida en la selva.
Así es la imagen que se conoció ayer de la ex candidata presidencial colombiana Ingrid Betancourt, que es rehén de la guerrilla de las FARC desde febrero del 2002. La imagen es muy diferente a las anteriores pruebas de supervivencia en las que hablaba con energía, como acostumbraba en sus acaloradas intervenciones en el Senado.
Junto con el video se halló una extensa carta, que según su hijo Lorenzo contó desde París está llena de "desesperación y soledad".
Las pruebas de supervivencia de 16 secuestrados por ese grupo produjeron conmoción, apenas unos días después de que terminara la mediación que cumplía el presidente venezolano, Hugo Chávez, en busca de un canje entre rehenes y rebeldes presos. Los videos, cartas y fotografías estaban en poder de un hombre y dos mujeres que fueron capturados en una acción del Ejército que sorprendió a los propios militares, que inicialmente pensaban que quienes perseguían desde hacía unas tres semanas tenían explosivos para cometer atentados.
Las primeras imágenes fueron transmitidas ayer por la televisión y los familiares de los rehenes casi no lo podían creer. Hubo lágrimas de emoción tanto en la acomodada casa bogotana de la familia Betancourt como en las humildes viviendas campesinas de los militares y policías. El factor común en todos los casos fue la mezcla de la felicidad por saber que sus seres queridos siguen vivos, pues las pruebas están fechadas entre 23 y el 24 de octubre pasado, y de la tristeza y angustia por las condiciones en que se encuentran. El ex senador Pérez es otro que no levanta la cabeza. Su esposa Ángela cree saber por qué. "No quiso mostrar su rostro, yo lo conozco y sé que lo que quiere decir es 'no me utilicen más, respétenme, yo soy un hombre con dignidad', y esa actitud me gusta, me parece que conserva su carácter".
