Viernes 30 de Noviembre de 2007 Edicion impresa pag. 50 > Cultura y Espectaculos
OPINION: Realidad y verdad

PABLO MONTANARO (*)

En los años 80, con la respiración entrecortada propia del exiliado, Juan Gelman escribió un luminoso poema llamado "Ruiseñores de nuevo" en el que decía: "en el gran cielo de la poesía/ mejor dicho/ en la tierra o mundo de la poesía que incluye cielos/ astros/ dioses mortales/ está cantando el ruiseñor de keats/ siempre/ pasa rimbaud empuñando sus 17 años como la llama de amor viva de san juan/". No creo exagerar si en ese gran cielo de la poesía incluimos al mismo autor de estos versos, en representación de los que luchan por la vida, en representación de sus lectores que nos hemos deleitado con cada uno de sus poemas que nacen de lo más profundo y vital de la emoción, para abrigarnos, consolarnos, exaltarnos a través de la palabra que como bien dice el poeta "calla lo que dice", a pesar que siempre la poesía quiere nombrar algo y "solo termina en el silencio". Realidad, verdad y belleza son los puntos cruciales del estilo poético de Juan Gelman.

Un estilo donde la marca de la cotidianidad, la mirada hacia la ciudad, los gestos y actitudes de lo humano, la escritura, los asuntos de lo social y lo político se conjugan una y otra vez creando sus obsesiones: el amor, la niñez, la revolución, el otoño, la poesía y la muerte.

Pero, por sobre todo, la poesía de Juan Gelman estuvo y está signada por la búsqueda de lo esencial, tratando de conjugar las circunstancias exteriores con las del corazón como requería el francés Paul Eluard.

Alguien dijo que el poeta hace del espanto un motivo de reflexión y de la reflexión un encuentro con la belleza y la vida ante tanto desamparo, ante tanto dolor. "Los rostros donde crecen/ asoman/ continuados/ a este sol/ alguna vez al sol de la justicia", escribió el poeta.

Gelman busca que la palabra poética diga algo, ponga una marca aún en el silencio. Por eso escribió en el poema "Poderes": "como una hierba como un niño como un pajarito nace la poesía en estos tiempos en medio de los soberbios los tristes los arrepentidos".

En sus más reciente producciones, los libros "País que fue será" y "Mundar", nos encontramos con un Gelman más reflexivo sobre sus búsquedas existenciales, políticas y poéticas. "El día que vino y se fue / será un gran día", escribió en "País que fue será", intentando definir la nostalgia y el paso del tiempo; pero sigue expectante por lo que vendrá: "en mi puerta el sol dora pasados por venir".

En "Mundar" se puede constatar una manera de pensar la realidad porque el poeta escribe para saber algo del por qué de la vida, de la historia en general y para saber qué le pasa.

El misterio de la poesía no cesa como el misterio de la vida misma. Y eso es lo que ha llevado a Juan Gelman en estos cincuenta años de fecunda labor poética intentando que la poesía le hable al ser humano "no como ser hecho, sino por hacer".

Una labor poética, un vivir con la poesía que ni siquiera se detuvo con los dolores sufridos, los propios y los ajenos, porque como bien dice el poeta "la poesía viene del fondo de los siglos y ninguna catástrofe natural o de mano de hombres ha podido cortar su hilo poderoso. Es un hilo que nos une a todos y sólo se acabará cuando se acabe el mundo".

 

(*) Pablo Montanaro es autor del libro "Juan Gelman: Esperanza, utopía y resistencia" (Ediciones Lea, 2006), en el que recrea la vida y analiza su obra poética.

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