Viernes 30 de Noviembre de 2007 Edicion impresa pag. 50 > Cultura y Espectaculos
Mi Buenos Aires querido

Sentado al borde de una silla desfondada,

mareado, enfermo, casi vivo,

escribo versos previamente llorados

por la ciudad donde nací.

Hay que atraparlos, también aquí

nacieron hijos dulces míos

que entre tanto castigo te endulzan bellamente.

Hay que aprender a resistir.

Ni a irse ni a quedarse,

a resistir,

aunque es seguro que habrá más penas y olvido.

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