La creación de una nueva universidad en Río Negro parece destinada a hacer más complejo el panorama de la Universidad Nacional del Comahue y, por ahora, difuso el futuro mismo de la educación superior en la zona. ´

Por otra parte, cuando el reclamo ha sido siempre la integración económica y social de la región, surge esta iniciativa en el sentido opuesto.

Hoy cerca del 45% de los recursos que percibe la UNC se orientan a Río Negro. Esto quiere decir que algo más de 40 millones de pesos por año llegan a las distintas facultades que tiene la provincia bajo su órbita (ver info). Se puede llegar a entender que no todas las carreras estén en la región y que existe una potencial demanda no satisfecha en este sentido. Este es uno de los argumentos de quienes avalaron la creación de la nueva universidad.

Pero habría que ver hasta qué punto no era más razonable aumentar el presupuesto de la UNC para poder crecer en nuevas carreras y apostar a una mayor calidad de esa institución.

Ahora, si partimos desde el escepticismo en este sentido, habrá que ver correr la nueva iniciativa para determinar hasta dónde se apuesta a un cambio transformador, a una verdadera alternativa a un UNC averiada, o por el contrario se crea más burocracia.

Lo que en concreto se verá por ahora es que donde ya hay un rectorado, existirán dos y se duplicarán las funciones administrativas, en un sistema que tiene otras prioridades por encima de estructuras improductivas.

Por lo general, todas las universidades nacionales han padecido estos últimos años la falta de presupuesto, lo que genera limitantes significativas a la hora de evaluar la calidad educativa en la región. ¿Será una excepción la Universidad de Río Negro, más allá del contexto político actual favorable al autor de la iniciativa?

No hay dudas de que la creación merecía un debate más amplio en la población o, cuanto menos, en el Congreso.