Hugo Chávez afirma que la reforma constitucional que permitirá su reelección continua en Venezuela es sólo un pincel para terminar el cuadro de la revolución socialista, pero intelectuales críticos afirman que es una coartada para el continuismo presidencial.
"Si yo entrego el pincel, puede ser a la persona más querida, a lo mejor esa persona más querida empieza a echarle otros colores, porque tiene otra visión y empieza a alterar los contornos del cuadro (...) ésa es la razón de fondo" de la reelección, dijo Chávez en agosto tras llevar su propuesta al Congreso.
Un spot de televisión concentra la atención en su imagen: "Mientras yo esté en la presidencia tú tendrás más poder", apunta con su dedo.
El general Alberto Müller Rojas, ex jefe del Estado Mayor Presidencial de Chávez, dijo en fecha reciente que la reelección es "necesaria porque este proceso, a fin de cuentas, recae en un individuo. El problema de un régimen autocrático basado en una persona se balancea con la inclusión del poder popular" de consejos comunales.
El diputado Carlos Escarrá, miembro de la comisión presidencial que asesoró a Chávez para la reforma, afirma: "En esta etapa de gestación de la revolución bolivariana pacífica, el liderazgo de Chávez es necesario".
Elías Pino Iturrieta, director de la Academia Venezolana de Historia, explica que "el personalismo es un fardo que pesa todavía en las espaldas de la sociedad venezolana". El autor de "El divino Bolívar", quien acaba de publicar "Nada sino un hombre", sobre los orígenes del personalismo en Venezuela, subraya que "no se trata de una fatalidad sino de circunstancias históricas concretas". Nació con las guerras de la independencia y ahora "el factor más relevante es la dependencia de la colectividad con una voluntad personal, cuyo imán no es únicamente carismático sino producto del control de inmensos recursos materiales ante los cuales la colectividad se rinde".
La "sensibilidad parasitaria de la sociedad" en el siglo XIX "se fortaleció en el país petrolero que nació bajo la tutela de uno de los personalismos más groseros de Latinoamérica, el dictador Juan Vicente Gómez", y siguió tras el advenimiento de la democracia en 1958. Desde entonces y hasta 1998 "la sociedad no progresa por el trabajo de sus miembros sino gracias a las mercedes de los hidrocarburos administradas por un hombre fuerte, se apuntalan los nexos de clientelismo y miedo que impiden el fortalecimiento de la civilidad", afirma Pino Iturrieta.
¿Cuál es la esencia de la reforma? "El continuismo del presidente, quien se ofrece como regenerador de las masas burladas por la historia. Por desdicha, forma parte de la antigua antirrepública resumida en las agallas de un mandón", dice el autor, también ex presidente del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos.
El modelo de Chávez "es hijo legítimo de los modelos decimonónicos, pero no deja de ser una novedad cuando se reviste con un proyecto socialista capaz de encandilar a interlocutores del extranjero, aun los más informados y educados".
Pese a que existe un caudillismo latinoamericano, "Chávez pareciera un espécimen insólito comparado con sus pares del continente, antiguos y modernos, cargado de petróleo y de Fuerza Armada, de antiimperialismo y nexos islámicos gracias a los cuales apuntala el reino de su perpetuidad" en el siglo XXI. Para otro historiador, Manuel Caballero, autor y coautor de más de 50 obras, "el autoritarismo, el personalismo y el caudillismo están en la cultura venezolana, pero nunca habían sido llevados al paroxismo como ahora".
Con Chávez "se pasó de la democracia representativa a la democracia plebiscitaria, y se encamina una con matices pre-totalitarios, con una dictadura de la mayoría que le permite realizar sus caprichos y aplastar a las minorías, que en Venezuela son 4 millones de votantes", dice Caballero, quien acaba de presentar su libro "La peste militar".
"Incluso dentro del chavismo se critica la reelección perpetua y la presidencia vitalicia; el resto de la reforma es hojarasca, una cortina de humo, con todos los poderes discrecionales en manos de Chávez", afirma Caballero, doctor por la Universidad de Cambridge.
VÍCTOR FLORES
AFP