Detrás de la inesperada declaración conjunta, de los simbólicos apretones de manos y de la sorprendente visión de enemigos históricos sentados en una misma mesa, la Conferencia de Annapolis tuvo un hilo conductor que condicionó su éxito: el temor a Irán y frenar al extremismo en Cercano Oriente.
Entrando ya en su último año de mandato, Bush consiguió "la foto que todo presidente debe tener", tal y como refleja toda la prensa estadounidense: como maestro de ceremonias del saludo entre los líderes palestino e israelí. Pero esta vez hubo algo diferente. "Fue la audiencia. La reunión fue el mensaje", afirma en "The Washington Post" Martin Indyk, experto en Cercano Oriente del prestigioso "think tank" Brooking's Institution.
En la Academia Naval de Annapolis estuvieron los más importantes países árabes de la zona, igual que en la Conferencia de Madrid. Pero a diferencia de 1991, esta vez participaron plenamente, en lugar de ser meros observadores. Incluso Arabia Saudita y Siria, los dos países probablemente más hostiles con Israel, dieron muestras conciliadoras. "Los árabes no vinieron por su amor a los judíos o incluso los palestinos. Vinieron porque necesitan una alianza estratégica con Estados Unidos contra Irán", cita "The New York Times" a un consejero de la delegación palestina en la Conferencia. Sibley Telhami, profesor de la Universidad de Maryland, asegura en el mismo diario que la mayoría de países árabes se quedaron "impactados cuando Hamas tomó el mando en Gaza". "Es el miedo a Irán (lo que los llevó a Annapolis). Todo el mundo necesita un pariente que lo proteja de Irán", agregó el congresista demócrata Gary Ackerman.
Los protagonistas de la conferencia evitaron afrontar el asunto. Sauditas y sirios, por ejemplo, entraron y salieron de la Conferencia sin opinar. Tampoco los palestinos, que compiten con Hamas por el control de los territorios, ocultaron su entusiasmo. "La ausencia de esperanza y una desesperación desbordante alimentarían el extremismo", aseguró Abbas. En la coincidencia de intereses, sin embargo, los más beneficiados son los israelíes, bajo amenaza directa de Irán. De ahí que la más específica descripción del "pegamento" de Annapolis fue del "Haaretz": "La formación de una coalición global contra Irán". (DPA)