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ARI trata de mantenerse intacto |
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Para alivio de Elisa Carrió, los congresales del ARI que se reunieron el sábado en la Capital Federal decidieron, con 43 votos a favor y 19 abstenciones, seguir participando "activamente" en la Coalición Cívica que formó a fin de ampliar su base de sustentación y desautorizaron a los ocho diputados que días antes se rebelaron contra su conducción debido a su presunto giro a la derecha. Según parece, los ocho y sus simpatizantes entendieron que no les convenía ni a ellos mismos ni al país provocar la desintegración definitiva de la Coalición a pocas semanas de las elecciones en las que llegó segunda, con más de cuatro millones de votos. También se habrán dado cuenta de que la hazaña así supuesta se debió en buena medida a la imagen pública de Carrió. De no haber sido por el poder de convocatoria de la chaqueña, los ocho rebeldes no disfrutarían del privilegio de ser diputados. Que éste sea el caso es sin duda lamentable, pero tanto ha sido el deterioro de las instituciones políticas del país, comenzando con el Congreso Nacional, que el destino de la mayoría abrumadora de los "dirigentes" depende casi por completo de la popularidad coyuntural del líder de la agrupación en la que militan. Conscientes de dicha realidad, los ocho aguardaron hasta después de las elecciones para oponerse al rumbo emprendido por Carrió, lo que no les impidió atribuir su rebeldía tardía a sus escrúpulos éticos. Por ahora, pues, la Coalición Cívica sigue a flote aunque haga agua, pero terminará hundiéndose de forma definitiva a menos que Carrió logre convencer a todos sus integrantes de la necesidad de mantenerse unidos a pesar de las diferencias de opinión sobre temas específicos que son inevitables en todo movimiento político amplio y, por lo tanto, pluralista. La tarea que enfrenta dista de ser fácil. En nuestro país es tan fuerte la tentación de asumir posturas testimoniales que sirven para llamar la atención a la supuesta superioridad moral propia y son tan débiles los partidos, que cualquier discrepancia ideológica o animadversión personal puede resultar suficiente para provocar una nueva fractura. Por lo demás, abundan los políticos que, siempre y cuando no estén en juego sus intereses particulares, parecen incapaces de comprender la necesidad de aliarse con quienes comparten ciertos principios generales sin por eso coincidir en todo, de ahí la atomización que es la característica más notable no sólo de la oposición sino también del oficialismo, por tratarse éste de un conjunto de facciones aglutinadas más por el respeto que sienten por el poder del presidente que por el eventual compromiso con su "proyecto". Fundar un movimiento es sencillo. Casi todos los políticos opositores actuales de cierto renombre lo han hecho, ya que nunca faltan los dispuestos a apoyarlos. Lo que no resulta nada sencillo, en cambio, es mantener unido un movimiento, a menos que cuente con recursos equiparables a los del presidente para que andando el tiempo crezca lo bastante como para erigirse en una alternativa auténtica al gobierno existente. Para que la Coalición Cívica se recupere del daño que le supuso el alejamiento parcial de los ocho "progresistas" despechados por la supuesta derechización impuesta por Carrió, ésta tendría que actuar más como una jefa partidaria europea que como una caudilla personalista con derecho a tomar todas las decisiones significantes sin darse el trabajo de consultar con sus adherentes. Aunque la chaqueña creyera que, en vista de que ella fue la responsable de cosechar el grueso de aquellos cuatro millones de votos que la Coalición recibió el 28 de octubre pasado, es lógico que la administre como si fuera parte de su patrimonio político personal, sería necesariamente breve la expectativa de vida de una organización que se limitara a ser una especie de club de aficionados. Si bien es de suponer que hasta nuevo aviso Carrió seguirá siendo la jefa indiscutida de la Coalición y la referente máxima del ARI, a menos que el movimiento bicéfalo que se las ha ingeniado para formar evolucione en un partido que en otras latitudes sería considerado normal, nunca llegará a ser mucho más que una alianza opositora improvisada que, aun cuando consiguiera triunfar en elecciones futuras, no estaría en condiciones de brindarle al país un gobierno viable. |
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