Pocos lo advierten, pero la piel es un órgano del cuerpo, y no tiene por qué ser sólo el símbolo de lo superficial. Es el órgano más exterior, y el que protege y contiene a todos los demás órganos. Y en verano, se halla más expuesta que de costumbre a las fuerzas de la naturaleza en general.
Además de las quemaduras por la radiación ultravioleta del sol, que le producen efectos de corto plazo y de largo plazo cuando se vuelen acumulativos, la piel en verano se vuelve "candidata" la ataque de muchos factores del ambiente.
Tirarse en el jardín o en el pasto, por ejemplo, tiene sus riesgos, ya que el roce con algunas plantas, y especialmente las de hojas más carnosas, puede producir fitofotodermatosis. "Aparecen por alguna sustancia química fotosensibilizante contenida en la savia, y que al alcanzar la piel y con el aporte de la acción de los rayos solares generan una dermatitis por contacto", explica la doctora María Antonia Barquín, mé
dica dermatóloga del hospital Francés y miembro de la Sociedad Argentina de Dermatología. Además de estas afecciones, y una vez descartado el factor sol, destaca, las dermatitis más comunes en el verano tienen que ver con el calor, con el aumento de la temperatura y con el aumento de la transpiración.
Plantas más sol, o bichos
Las fitofotodermatosis hace ir a mucha gente al hospital muy asustada, porque el cuadro puede ser muy vistoso y las heridas, dolorosas. La ruda, el jazmín del país, el jazmín de leche y las enredaderas trepadoras están entre las principales especies responsables de estas afecciones. La reacción lacerante puede no manifestarse de manera inmediata sino después de un día o dos. Se produce exclusivamente en la zona de contacto (no es sistémica).
La herida que deja una fitofotodermatosis produce un efecto como de quemazón, primero con un enrojecimiento, luego con una pigmentación marrón sobre la herida. Por otra parte, las picaduras de mosquitos, arañas, hormigas negras o gatas peludas pueden producir reacciones muy diversas, cuya magnitud siempre depende del caso y de las características inmunológicas de la persona. Cuando un niño aparece con una lesión profunda y de color rojo, y exista la sospecha de que haya sido picado por un insecto, se debe concurrir de inmediato a un centro de asistencia importante, porque puede ser la causa de un peligroso trastorno de coagulación, explica Barquín.
MARCELO RODRÍGUEZ