Domingo 25 de Noviembre de 2007 Edicion impresa pag. 16 > Politicas
LA SEMANA EN BARILOCHE: Soledad

Lejos de las preocupaciones por los proyectos a desplegar y las prioridades del futuro gobierno, el cambio de autoridades en el municipio quedó absorbido por la salud de Alberto Icare.

El intendente electo (y actual también, aunque apartado durante su convalecencia) realizó el último martes su primera aparición pública en casi tres meses. Declaró en conferencia de prensa su voluntad de jurar el 10 de diciembre pero exhibió también flaquezas notables en su condición física y mental que no parecen fáciles de revertir.

Desde septiembre hasta hoy Icare pasó varias semanas internado en el sanatorio San Carlos y en el Fleni de Buenos Aires. Lo atendieron diabetólogos, nefrólogos, neurólogos y otros especialistas.

Hoy continúa, hasta donde fue informado, con tratamiento kinesiológico y con sesiones de diálisis tres veces por semana. Pero aun cuando se trata de una persona pública, cuyo estado tiene influencia directa sobre la vida institucional de Bariloche, fue imposible acceder a un parte médico preciso y detallado que permita sacar conclusiones sobre su aptitud para gobernar.

Esa carencia obliga a los barilochenses a formarse opinión a partir de las observaciones propias. Y en ese sentido el resultado de la conferencia del martes fue demoledor. El grueso de las llamadas a las radios y de los comentarios recogidos por la prensa digital reclamaron a Icare que delegue el poder y "se quede en casa a disfrutar de su familia". Un consejo que hasta ahora el intendente no muestra siquiera intenciones de evaluar.

Algunos concejales en ejercicio y otros próximos a asumir advirtieron que la situación llegó a un extremo no contemplado en la Carta Orgánica, ya que falta un instrumento específico para determinar de forma rápida y jurídicamente válida la aptitud de un mandatario para ejercer su cargo.

"Si Icare se empeña en no renunciar sería imposible someterlo a una junta médica contra su voluntad -explicó uno de los ediles-. Habría que promover un juicio civil para demostrar la incapacidad que puede llevar un año como mínimo, sin contar la impugnaciones que pueden plantear familiares y herederos".

En realidad, hace por lo menos un año (cuando le detectaron la deficiencia renal irreversible) que Icare gobierna con un marcado deterioro de sus capacidades. Aun así, ganó la última elección, lo cual fue producto de la ausencia de un competidor atractivo y también de un curioso descenso en los rangos de exigencia que adoptó la sociedad para elegir a sus gobernantes.

En los últimos meses Icare consiguió una cierta tolerancia de la comunidad y también de la clase política porque estaba en la recta final de su segundo mandato. Pero a partir de diciembre la perspectiva será muy distinta.

¿Podrá gobernar a media máquina, o a un cuarto, con un horizonte de cuatro años por delante? No es sencillo imaginar cómo terminaría el experimento.

Para adentrarse en ese camino Icare debería gozar, en primer término, de un contexto social y económico sin grandes sobresaltos. Y reunir también un proyecto político ajustado y un equipo de excelencia. La primera condición es puro azar y escaparía a su voluntad, y las dos últimas está lejos de cumplirlas.

Quizá la señal más sutil y significativa de su aparición pública haya sido la soledad en la que lo dejaron sus principales colaboradores políticos.

Icare se presentó ante la prensa flanqueado por sus hijos y por algunos de los funcionarios de su gabinete. Entre ellos hubo quienes lo hicieron forzados por la amistad previa, pero en total desacuerdo con la convocatoria.

Su partido SUR por primera vez analizó seriamente cómo despegarse de lo que muchos consideraron un capricho, una demostración penosa y un error estratégico grave.

Son varios incluso los que consideran que la fragilidad de la salud de Icare ya no tiene retorno y es necesario buscar ya una salida no traumática.

Los dirigentes de SUR eluden el tema en público. De hecho, al ser consultado en la conferencia, el secretario de Hacienda y futuro presidente del Concejo, Darío Barriga, no quiso dar una opinión sobre la aptitud de Icare para gobernar. "Voy a respetar y a acompañar la decisión del intendente", fue su única respuesta.

No pasa desapercibido tampoco el silencio de los principales dirigentes del PJ y del Frente Grande, que son socios de SUR en el Frente para la Victoria y mentores directos de la candidatura de Icare. Ninguno de ellos le expresó en estos días un apoyo público.

De ellos también depende, en alguna medida, la decisión de darle a la ciudad el gobierno que necesita o llevar una gestión hasta el confín de lo irresponsable.

 

DANIEL MARZAL

dmarzal@rionegro.com.ar

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