Sábado 24 de Noviembre de 2007 Edicion impresa pag. 34 y 35 > Sociedad
"Los pasajeros subían mojados y gritando '¡hay agua!'"

La argentina Andrea Salas, de 38 años, una de las tripulantes del crucero, dijo que fue dura la espera de más de tres horas en los botes salvavidas, con viento y frío en alta mar. "Estuvimos allí tres o cuatro horas. Había viento y hacía mucho frío, y por el oleaje estábamos mojados", relató Salas a radio Continental. La comunicación con ella fue establecida telefónicamente con el buque noruego "Nordnorge" que los rescató y los conducía hacia la base antártica chilena Frei, en la isla 25 de Mayo, cerca de las islas Shetland del Sur. La tripulante dijo que "la evacuación se realizó sin pá

nico y con mucha tranquilidad", tras el choque del buque contra un iceberg. Salas trabajaba en la embarcación como asistente de la sección Expedición, que se encarga de los desembarcos. "Yo estaba en el bar (del buque), después de la medianoche, tomando algo con mis colegas y otros pasajeros, cuando vi gente que subía desde las cabinas más bajas, mojados y gritando '¡Hay agua!'", contó Salas.

Dijo que minutos después "desde los altavoces se informaba que el barco había chocado contra una formación de hielo pero que la situación estaba controlada". "Los golpes eran frecuentes. Más o menos normal, porque se navegaba entre hielo. El capitán alertó sobre un iceberg que se acercaba y que esperaba que el viento lo alejara", indicó. Pero en ese momento fue cuando "tuvimos que evacuar inmediatamente porque el barco ya estaba bastante inclinado del lado derecho". "Quedamos sorprendidos porque hubo una paz y un comportamiento 'superbueno' de los pasajeros que no entraron en pánico y se quedaron muy controlados todo el tiempo", dijo la joven, que es abogada pero no ejerce. Salas aseguró que al ser abordados los botes salvavidas "el mar estaba un poquito más movido y con viento, no llovía ni nevaba y empezaba a amanecer, por lo que teníamos luz, por suerte". "Después de tres horas y media a cuatro horas de espera, llegaron dos barcos, el noruego y uno de la National Geographic", dijo Salas. "Hacía mucho frío y si bien estábamos muy abrigados, como estábamos quietos y nos mojábamos, se sentía más", dijo.

Pero Andrea no era la única argentina a bordo del crucero. También viajaba Pablo Beliú, de 32 años. Beliú, residente de la ciudad fueguina de Ushuaia, se comunicó desde el buque noruego con su esposa, a quien "tranquilizó al transmitirle que estaba bien". Beliú cumplía tareas como "zodiac driver" en el crucero, encargado del trasbordo de los pasajeros a los destinos de la embarcación. (Télam)

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