El estancamiento de la situación política en el Líbano hace temer un vacío de poder o la formación de dos gobiernos paralelos y rivales, como ocurrió al final de la guerra civil que tuvo lugar entre 1975 y 1990. Durante los últimos dos meses fracasaron otros cuatro intentos de elegir al sucesor del presidente Lahoud, debido a las diferencias entre los dos grandes bloques políticos.
El presidente Lahoud, tiene posiciones prosirias, y el primer ministro Siniora es prooccidental.
La mayoría parlamentaria, que es pro occidental, se presenta regularmente en el recinto, ya que tiene los votos para imponer un presidente . Sin embargo, los diputados de la oposición, conducida por el movimiento chiíta Hizbollah, boicotean las sesiones al dejarla sin el quórum de 2/3 para hacer la votación.
Dado que Líbano no tendrá un nuevo presidente, las prerrogativas presidenciales pasarán automáticamente al gobierno del primer ministro, Fuad Siniora, según el artículo 62 de su Constitución. Pero existe también la hipótesis de que el presidente saliente forme un gobierno paralelo para impedir al ejecutivo respaldado por EE. UU. hacerse con todos los poderes, algo que parece por ahora descartado
Otro escenario posible es que el bando antisirio organice una elección presidencial con la mayoría simple de 68 diputados -sobre un total de 127.
Más allá del significado interno, la elección del jefe del Estado libanés está considerada por diplomáticos y observadores como un nuevo episodio del pulso que mantienen EE.UU. y sus aliados occidentales con Siria e Irán.