Viernes 23 de Noviembre de 2007 Edicion impresa pag. 02 y 03 > Nacionales
PERFIL: Hombre sin gestos

Rostro sin gestos. Mirada que no es fría pero sí firme. Poco afecto a acompañar sus palabras con movimientos elocuentes de sus labios. Le salen casi como al pasar. Jamás se permite que la sonrisa sea amplia, expresiva. Inmutable ante lo desfavorable, como aquella noche en que Miguel Bonasso dijo de todo contra él para frenar que se aprobaran los pliegos a diputado nacional que había ganado en elecciones.

Tan inmutable como aquella noche de hace más de una década en que entró a un restaurante de Panamericana y se topó con ladrones desvalijando el lugar.

Vos sos Patti, dame el fierro le dijo uno y Patti entregó la 9 milímetros.

Ese día era boleta le recordó semanas atrás a este diario en encuentro callejero.

Y siempre brindando la sensación de que habrá tiempo de revancha. Ésa es una de la singularidades de la personalidad del comisario Alberto Patti: el deslizar que, si torturó y asesinó, las acusaciones pasarán y los vientos por llegar le serán favorables.

En la década del '90, desde un sector de la sociedad se lo promovía como la definición mejor cincelada del policía necesario. Útil a la causa del orden. Menem compró el paquete. Luego creyó en la virtudes profesionales de Patti y lo envió a Catamarca a poner blanco sobre negro en un asesinato que arrasaba con el poder político de esa provincia: María Soledad Morales.

Patti no puso ningún blanco y el caso quedó más negro.

Llegado a intendente de Escobar desde ser comisario en Ingeniero Maschwitz, arrasó en cosechas de amores dispensados por las clases medias y altas de la zona norte del Gran Buenos Aires.

Las sedujo con sencillez: obra pública y terreno minado para los delincuentes. Tierra del sargento Cáceres, un duro de la Bonaerense, contemporáneo a Patti en el área. Y que hoy purga larga condena por asesinato de varios delincuentes, algunos muy chicos.

Cuando Cáceres estaba acá, esto no pasaba chillaba semanas atrás una linda mujer mientras la policía doblegaba a una banda que tenía secuestrada a una familia.

Que vuelva Cáceres reclamaban otros vecinos enardecidos. Y "La Nación" advertía sobre la naturaleza del pedido.

O que vuelva Patti pudieron decir.

 

CARLOS TORRENGO

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