NEUQUÉN (AN).- El custodio de un boliche comprometió ayer seriamente al acusado de matar a Javier Galar: lo señaló como el autor de la terrible trompada que recibió la víctima cuando aún estaba de pie. Hoy declararán los policías que detuvieron al imputado, y el lunes próximo los médicos que hicieron pericias que pueden resultar decisivas para el esclarecimiento del caso.

El testigo principal de la jornada de ayer, un custodio del boliche Eterno, dijo haber presenciado el momento clave de la agresión que sufrió Galar (27) en la madrugada del 17 de junio del año pasado en la diagonal 9 de Julio.

Sindicó como autor del primer golpe a un joven que era menor de edad al momento del crimen.

Aunque ahora tiene más de 18 años, está siendo juzgado por la justicia de Menores a puertas cerradas.

"Río Negro" pudo saber, a través de fuentes judiciales, que el testigo indicó también que el golpe fue con el puño cerrado pero no con los nudillos, sino con el sector de la mano que está entre el pulgar y el índice. Quizá eso explique por qué no quedaron marcas en la cara de Galar.

Las fuentes señalaron que el puño golpeó impulsado por todo el brazo "como si fuera un arma arrojadiza". De allí su extrema violencia.

Después de recibir esa trompada, Galar cayó al suelo donde recibió varias patadas en la cabeza. De la paliza participaron el menor de edad y otros cuatro jóvenes, todos mayores, que serán juzgados el año próximo por una Cámara Criminal.

Para la justicia de mayores, esos cuatro son autores de "homicidio en agresión", un delito excarcelable que se aplica cuando no se puede saber quién fue el autor del crimen. En cambio el chico que era menor está acusado de "homicidio simple", aunque tampoco está detenido por su edad.

Ayer también declararon tres chicas que acompañaban al grupo que atacó a Galar, aunque el valor de su testimonio fue relativizado porque "una es hermana de uno de los imputados en la causa de los mayores, la otra es la novia, y la tercera es íntima amiga del menor imputado", explicaron las fuentes.

Otro que declaró fue un psiquiatra, quien consideró que el imputado era consciente de sus actos cuando ocurrió el hecho, a pesar de que según su defensor, se encontraba ebrio.

Un médico, en tanto, confirmó que el imputado "tenía aliento etílico" la madrugada del crimen.