La música estuvo ahí. Siempre. De alguna manera más o menos sofisticada. Pero siempre estuvo. Quizás nunca haya estado tan omnipresente como ahora, con esa magnífica posibilidad de grabar cantidades casi ilimitadas de temas favoritos y llevarla conectada a los oídos como si fuera la banda sonora de la vida de cada uno.
Hay quienes quizás no disfruten tanto de ese placer. Allá ellos. Alguna vez, Elvis Presley dijo que la música es algo que te hace mover por dentro y por fuera. Y tenía razón.
En el 2003, el escritor Nick Hornby, responsable de maravillosos libros que luego fueron trasladados a la pantalla (como "Alta fidelidad", por ejemplo) quiso rendirle tributo a la música. Y, como con las notas evidentemente no se lleva tan bien como con las palabras, escribió "31 canciones", un libro que merecería una actualización anual.
Allí, Hornby, que de tan británico que es no puede evitar hacer listas, eligió las 31 canciones que lo hicieron mover y lo siguen moviendo. Y no importa si uno coincide del todo con sus gustos, o si se conoce todos los temas y cantantes que él enumera. Lo importante, es lo que dice de la música, o lo que le devuelve el sonido cada vez que escucha tal o cual canción.
A propósito de "One Man Guy", de Rufus Wainwrigth, por ejemplo, Hornby escribe: "Yo intento no creer en Dios, por supuesto, pero a veces en las canciones, pasan cosas que me dejan de piedra, me hacen pensarlo dos veces. Cuando las cosas suman más que la adición de sus partes, cuando los efectos conseguidos son inexplicables, los ateos como yo empiezan a entrar en terreno difícil".
Sin pretensiones, Hornby también es capaz de declararse enmorado de alguna canción pop, de una de esas canciones que uno sabe que morirán antes de que termine la temporada. Pero no importa, ahí está él, fanatizado con "I'm Like a Bird", de Nelly Furtado. Y dice: "La mismísima gente que se muestra altanera hablando de lo efímero del pop va una y otra vez a ver a Lady Bracknell decir "¿Un bolso?", en tono gracioso. ¿Acaso no creen que que ese chiste está agotado? Quizá ser efímero es un signo de madurez de la música pop (...). Un par de veces al año me grabo un casete para el auto, un casete con todas las canciones nuevas que me gustaron y cada vez que termino una no puedo creer que vaya a haber otra. Sin embargo siempre la hay, y estoy impaciente por escuchar la siguiente; sólo necesitas unos cuantos cientos de cosas más como ésta y ya tienes una vida que merece la pena vivir". ¿Exagerado?, puede ser. Pero ¿quién se atrevería a vivir sin música?