JAVIER LOJO
La llegada de Cristina de Kirchner al Palacio del Planalto como presidenta electa de la Nación es una nueva señal de continuidad del modelo que puso en marcha su marido en el 2003.
El gobierno quiere profundizar las relaciones comerciales con Brasil a sabiendas de todo el territorio que perdió en materia económica en los últimos cuatro años.
El vecino país comienza el 2008 como la principal potencia petrolera de la región, luego del histórico descubrimiento de reservas mar adentro. Es el país que recibió cerca del 45% del total de la inversión externa llegada a América Latina en los últimos tres años. Crece en forma sostenida con una inflación contenida y sus exportaciones alcanzarán este año los 145.000 millones de dólares, casi tres veces las argentinas. A su vez, desde hace dos años formalizó una importante ofensiva sobre la compra de activos argentinos, adquiriendo empresas clave de nuestro país.
La realidad argentina es distinta. El crecimiento continúa "atado" a las bondades del contexto internacional, la inflación profundiza la erosión sobre las utilidades empresarias y el desarrollo de la industria local se esconde detrás de un proteccionismo oficial que mantiene su competitividad en el mercado local.
La paridad cambiaria es el sueño que sostiene a la Argentina como "gran exportador". Sin embargo, los Kirchner saben que esto es sólo un sueño y que el país, en el corto plazo, deberá renegociar aranceles con Brasil para detener la invasión de sus productos pese a contar con una mejor paridad cambiaria.
El tema del déficit record de balanza comercial que tiene nuestro país con su principal socio del Mercosur es un punto que se trató en privado entre Cristina y Lula.
¿Cuánto más puede sostener la Argentina este dólar?
Hay una apuesta en gran parte del mercado a que este tipo de cambio es provisorio. Quizá ésta sea una de las razones que determinaron que muchas empresas brasileñas compraran industrias argentinas. Lo que hoy adquieren a precio de liquidación por una cuestión de paridad cambiaria (dólar a dos reales y a tres pesos) les generará, en el futuro, inmensas ganancias cuando ambas monedas se acerquen entre sí.
La otra razón es estratégica. Los empresarios brasileños entendieron cuál es la lógica del Mercosur: ganar escala y usar el mercado ampliado para jugar a nivel internacional. Nuestros empresarios prefirieron desertar de esta política y apostaron a crecer de la mano del proteccionismo estatal.