Viernes 16 de Noviembre de 2007 Edicion impresa pag. 33 > Sociedad
Ardió una precaria casilla y un hombre murió calcinado
El trágico episodio fue ayer a la madrugada, en Bariloche

SAN CARLOS DE BARILOCHE (AB).- El incendio de una casilla precaria ocasionó en la madrugada de ayer la muerte de un indigente que quedó rodeado por las llamas y ni siquiera tuvo oportunidad de recibir la ayuda de sus vecinos, que se desesperaron al saber que no había podido salir de su casa. El fuego pudo haberse iniciado al caerse la vela que el hombre utilizaba para alumbrarse o cuando el cabo se derritió y tomó contacto con algún elemento combustible, pero estas y otras son hipótesis que deberán ser analizadas por los bomberos de la policía.

El incendio se propagó en pocos minutos a una casilla aledaña, que ocupaba un vecino de apellido Betanzos, y la fragilidad de los materiales motivó que cuando llegaran los bomberos sólo quedaban en pie las estructuras de ambas viviendas.

El dramático episodio se produjo a las 2.30 de ayer en el predio situado en Padre Genghini 1.850, en el Alto de la ciudad, y comenzó en la casilla habitación que ocupaba Victoriano Carrasco, de 67 años, un hombre sin recursos que hace algunos años emigró desde un alejado paraje de la Línea Sur hasta esta ciudad.

La casilla que ocupaba la víctima le había sido cedida por el propietario del predio, Juan José Segura, un empleado municipal que se apiadó de la situación de Carrasco.

Los incendios de viviendas precarias son tan frecuentes que casi no hay semana en que no se registre al menos uno, sobre todo durante el invierno, que es cuando muchas familias calefaccionan sus casas con materiales y elementos inapropiados. Sin embargo, son excepcionales los casos en que los siniestros producen víctimas fatales, como en este caso.

El 24 de enero de 2003 un discapacitado de 38 años de edad murió víctima de las llamas que devoraron en pocos minutos la casilla en la que vivía junto a su madre y un sobrino, en el barrio Diez de Diciembre, una villa de emergencia ubicada en el corazón de la ciudad y a sólo 10 cuadras del Centro Cívico.

El incendio más grave de la historia reciente ocurrió a las 4.30 del 1 de agosto de 2005, cuando Silvia del Carmen Oyarzo arrojó nafta a una salamandra para avivar las llamas, pero no pudo evitar que el fuego alcanzara a tres de sus hijos y a su pareja, quienes murieron carbonizados, y a una menor que sufrió lesiones leves. Fue en vivienda en el barrio Dos de Agosto, donde compartía una reunión. Hace poco, la mujer fue condenada a dos años de prisión en suspenso, porque el magistrado que la juzgó dijo que ya sufría la pena natural por la muerte de sus familiares.

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