JAVIER LOJO

A sólo días de aumentar las retenciones al campo, el gobierno volvió a la carga y dispuso una nueva suba de este tributo para el sector exportador hidrocarburífero. Otra señal de continuidad.

El ministro Miguel Peirano argumenta lo actuado aclarando que "la medida apunta a proteger el mercado interno en el marco de la volatilidad que tiene hoy el petróleo al alza". Conceptos que poco tienen que ver con la realidad, cuando uno analiza la evolución de los precios de las naftas en el mercado local en estos últimos sesenta días. Las subas alcanzaron un promedio del 25% y hoy un combustible premium en la Argentina se consigue al mismo precio que en cualquier otro país del continente. Conclusión: los efectos de los impuestos distorsivos sobre el comercio exterior no frenaron el alza de precios en el surtidor.

El aumento de retenciones tiene otro costado: el fiscal. Con esta medida el gobierno prevé recaudar algo más de 4.000 millones de pesos anuales. La orden del presidente Kirchner es dejar acomodada las cuentas fiscales para su esposa. Y se está cumpliendo a rajatablas.

El lado más negativo de esta medida es el impacto que tendrá la misma sobre las futuras inversiones en el país. El gobierno insiste en intervenir el mercado hidrocarburífero profundizando la transferencia de recursos del sector privado al público, sin ningún tipo de control. Las inversiones terminarán orientándose hacia otros destinos donde las reglas de juego son mucho más claras.