Martes 13 de Noviembre de 2007 Edicion impresa pag. 30 > Sociedad
"Llevo conmigo un poquito de tierra patagónica"

VIEDMA (AV)- El cardenal Tarcisio Bertone, la segunda autoridad del Vaticano después del papa Benedicto XVI, rindió homenaje en Viedma a Ceferino Namuncurá, a monseñor Juan Cagliero y al primer beato rionegrino, Artémides Zatti.

Tras la ceremonia de beatificación de Ceferino, Bertone se trasladó a Bahía Blanca y desde allí a esta capital, donde permaneció unas tres horas en la mañana de

ayer acompañado por el obispo viedmense, Esteban Laxague, entre otras autoridades de la Iglesia de Roma y el país.

En el aeropuerto fue recibido por el intendente de Viedma, Jorge Ferreira y luego despedido por el gobernador, Miguel Saiz. El secretario de Estado del Vaticano partió rumbo a Río Gallegos y Río Grande.

El mandatario rionegrino agradeció la visita y la ceremonia en Chimpay, circunstancia que ubicó a Río Negro en el mundo, además del orgullo de tener un nuevo beato en la provincia.

"Llevo conmigo un poquito de tierra patagónica", reiteró en la despedida Bertone en referencia al viento del domingo en Chimpay "tierra que sólo conocía en los relatos de los misioneros que venían de la Patagonia a Turín donde estudié", destacó.

 

Homenajes y presentes

 

La catedral de Viedma fue la primera etapa de la fugaz visita de la comitiva del Vaticano, donde Bertone rindió homenaje al cardenal Cagliero, evocó a Ceferino y recibió un cuadro fileteado con la figura del reciente beato con la inscripción "quiero ser útil a mi gente", obra de Víctor Davis.

La iglesia de Don Bosco fue la siguiente etapa. Alumnos, docentes y sacerdotes de las escuelas Vecchi y Zatti recibieron a Bertone, quien destacó la figura del enfermero viedmense Artémides Zatti "un milagroso que apostó siempre por la sonrisa y la alegría de la gente".

Bertone mantuvo el buen humor en todo momento. En Don Bosco, donde se encontraba el sacerdote Pedro Narambuena, conductor de la ceremonia de beatificación, confesó que "Pedro fue el gran protagonista de la fiesta y yo me puse un poco envidioso porque la gente lo miraba a él y no a mí".

En el convento de Las Carmelitas en Viedma permaneció más tiempo. Ofició la misa acompañado por los sacerdotes de la comitiva y de esta capital junto con el obispo Laxague, quien con la simpleza que lo caracteriza agradeció a los fieles que colmaron la pequeña capilla de las hermanas y aprovechó para señalar que "está quedando chica".

"Tendrá que ayudar para agrandarla", dijo en directo pedido al secretario de Estado del Vaticano.

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