Los críticos del presidente narcisista leninista venezolano Hugo Chávez suelen bromear acerca de que en Venezuela hay libertad de expresión pero no hay libertad después de la expresión. Los acontecimientos de los últimos días parecen darles la razón.
Doce estudiantes fueron heridos en la Universidad Central de Venezuela en momentos en que regresaban de una manifestación de unas 80.000 personas enfrente del Tribunal Supremo de Justicia en Caracas.
La marcha exigía que se postergara el referéndum convocado por el presidente para el 2 de diciembre para aprobar una nueva reforma constitucional que le daría poderes extraordinarios para suprimir derechos fundamentales y poder reelegirse indefinidamente.
Según testigos, los estudiantes habían vuelto de la manifestación cuando un grupo de motociclistas enmascarados y armados llegó al lugar y comenzó a dispararles. Fotógrafos de The Associated Press vieron por lo menos a cuatro enmascarados disparando contra los jóvenes.
Víctor Márquez, presidente de la Asociación de Profesores de la UCV, dijo luego a la prensa que los atacantes habían sido miembros de milicias urbanas chavistas. Concretamente, identificó a los agresores como miembros de tres grupos paramilitares: el Colectivo Alexis Vive, Los Carapaicas y Los Tupamaros.
En días recientes, se produjeron ataques similares en la Universidad de los Andes de Mérida en donde 75 estudiantes resultaron lesionados, incluidos cinco con heridas de bala, en la Universidad Experimental de Táchira y en la Universidad de Los Andes en San Cristóbal, Aragua.
Según activistas de derechos humanos, los incidentes de los últimos días forman parte de una estrategia gubernamental sistemática de intimidación. Aunque Chávez permite espacios de libertad de expresión para que su régimen sea considerado más tolerable por la comunidad internacional, su estrategia ha sido permitir algunas protestas pero inmediatamente después reprimir a quienes participaban en ellas para enviar un mensaje intimidatorio al resto del país.
"Este último incidente es especialmente grave, porque todo indicaría que la Policía no sólo se mantuvo impasible sino que habría facilitado el ingreso a la Universidad Central de estos motorizados armados que terminaron disparándole a un grupo de estudiantes de oposición", me señaló José Miguel Vivanco, director del Departamento de las Américas de Human Rights Watch en Washington DC. "Eso es sumamente serio", añadió.
Aunque ya hubo incidentes parecidos en el pasado, estos últimos ataques han escalado significativamente desde el 2 de noviembre, cuando los estudiantes anunciaron una serie de protestas pacíficas para exigir la postergación del referéndum constitucional convocado por Chávez para el 2 de diciembre, dijo Vivanco.
El presidente de Venezuela, como es usual, acusó a Estados Unidos por la violencia. El viernes dijo, en la XVII Cumbre Iberoamericana en Santiago, Chile, que los estudiantes universitarios eran parte de una ofensiva "fascista" alentada por Washington y la oligarquía venezolana.
La escalada represiva en Venezuela se produce meses después de que Chávez revocara la licencia de RCTV, la cadena de televisión más antigua del país, que criticaba a su gobierno. El presidente permitió que la cadena estuviera en el aire hasta que el fin de su licencia y luego la sacó del aire para poner en su lugar un canal oficialista.
Quizás el mejor ejemplo de la estrategia chavista de primero permitir y luego reprimir se produjo en el 2004, cuando los seguidores de Chávez divulgaron la "Lista Maisanta" de cerca de 3,4 millones de ciudadanos venezolanos que habían firmado la petición para realizar un referéndum revocatorio de su presidencia.
Dicha lista circuló en todas las reparticiones oficiales y fue utilizada para negarles contratos gubernamentales a empresarios que la habían firmado, despedir empleados públicos y discriminar a todo aquel cuyo nombre apareciera en ella.
Mi opinión: Venezuela está a punto de convertirse en una dictadura constitucional, con elecciones realizadas bajo reglas hechas a medida de las necesidades de Chávez.
Los cambios constitucionales propuestos por él y endulzados con un plan de reducir la jornada laboral de ocho a seis horas por día, que será difícil de resistir para millones de venezolanos incluyen, además de permitir la reelección indefinida del presidente, proclamar al país como un "Estado socialista", terminar con la autonomía del Banco Central y autorizar estados de emergencia en los que Chávez podrá suspender las libertades de expresión.
Es lamentable que los presidentes reunidos en la Cumbre Iberoamericana en Chile no expresaran su preocupación por todo esto, tal como lo hicieron los mandatarios latinoamericanos cuando el ex presidente peruano Alberto Fujimori quiso asumir casi todos los poderes en su país.
Las cumbres regionales solían convocar a la defensa colectiva de la democracia en la región, pero ya no lo hacen. Me temo que muy pronto los venezolanos no tendrán libertad de expresión ni libertad después de la expresión.
ANDRÉS OPPENHEIMER (*)
Especial para "Río Negro"
(*) Periodista argentino. Analista internacional. Miami.