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Cuando el presidente francés Nicolas Sarkozy arribe mañana martes a Washington para una visita de dos días, la imagen que muchos ciudadanos estadounidenses tendrán de él será, seguramente, la del primer mandatario llamando "imbécil" a su encargado de prensa y saliendo enojado de una entrevista con Lesley Stahl. Durante dicha entrevista para el programa "60 Minutos", emitida el domingo pasado por CBS, Sarkozy subrayó su admiración por Estados Unidos, en particular por su espíritu abierto hacia los extranjeros. Pero luego, visiblemente indignado ante la pregunta de la entrevistadora por su esposa, Cecilia, directamente interrumpió la conversación. Sarkozy y su mujer se encontraban en la etapa final de su divorcio, anunciado el 17 de octubre. Es decir, es posible que la reacción se haya debido a tensiones emocionales. Por otro lado, podría ser que el presidente se encontrara bajo fuertes presiones laborales, ya que le comentó a Stahl que estaba "muy ocupado, muy ocupado" y que simplemente no disponía del tiempo suficiente para la entrevista. Pero el mandatario francés es demasiado experto a la hora de presentarse ante los medios y demasiado adepto de las apariciones en público como para creer que, sencillamente, perdió el control pese a hallarse delante de una audiencia de tal magnitud y de una relevancia semejante. Ahora, viajará a Washington en el papel del aliado más firme del presidente estadounidense George W. Bush en relación con el conflicto con Irán por su controvertido programa nuclear. Con esta postura, Sarkozy se arriesga a ser comparado con el ex primer ministro británico Tony Blair, difamado frecuentemente como "el perrito faldero" de Bush, por seguir sumisamente la línea de Estados Unidos en el conflicto con Irak. Teniendo en cuenta su propia naturaleza y la desconfianza que reina en Francia hacia Bush, Sarkozy seguramente preferiría que se lo viera como a alguien que sigue su propia línea. A esto se debe su intento de imponer una posición por delante de la de Washington. Recientemente, el ministro de Defensa francés, Hervé Morin, rechazó un informe del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), firmado por Mohamed el Baradei, alegando que no hay ninguna prueba de que Irán esté armando una bomba nuclear. "Nuestra información, respaldada por otros países, es contraria (a las declaraciones de El Baradei)", declaró Morin en una conferencia de prensa en Abu Dhabi. "Si El Baradei está en lo cierto, no hay razones para que Irán impida a El Baradei y al OIEA realizar inspecciones". Los comentarios del ministro francés fueron anteriores al repudio de Washington de las declaraciones de El Baradei y también fueron más ásperas. Ésa fue la estrategia de Sarkozy, quien además calificó el conflicto como la crisis más grave de la comunidad internacional. En agosto sugirió que si Irán construyera una bomba, se arriesgaba a ser atacado. Imponer sanciones más severas es "la única táctica que nos puede permitir escapar de esta disyuntiva catastrófica: la bomba de Irán o el bombardeo de Irán". Posteriormente, el ministro de Asuntos Exteriores de Francia, Bernard Kouchner, también mencionó la posibilidad de que hubiera una guerra con Irán si dicho país adquiría armas nucleares. Son advertencias mucho más duras de las que haya hecho alguna vez Washington. La postura de Sarkozy es llamativa si se la compara con la de su antecesor Jacques Chirac, quien afirmó que si Irán poseía un arma nuclear, no toleraría amenaza alguna. Chirac se convirtió en un héroe en su país al liderar la oposición internacional a la invasión de Irak encabezada por Estados Unidos. Pero incluso en este asunto, Sarkozy hizo lo posible por ayudar a Bush: envió a Kouchner a Irak en agosto. Ésta fue la primera visita del país por un funcionario francés desde la invasión. Washington inmediatamente hizo referencia a esta visita: "Éste es un ejemplo más", dijo un portavoz de la Casa Blanca, "del creciente deseo internacional por ayudar a que Irak se convierta en un país estable y seguro". Bush también ve en Sarkozy un aliado firme en relación con la crisis de Cercano Oriente. No. Sarkozy no es el perrito faldero de Bush. Si asume algún tipo de papel junto a Bush, será como su bulldog. SIEGFRIED MORTKOWITZ DPA
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