Un desempeño tanto más deslucido y patético si se tiene en cuenta la fortuna que gastó para sufragar su campaña y los tres años que le restó a la función de gobernador. Sin explicar nunca cómo obtuvo esos recursos y acarreando una severa crisis institucional a la provincia.
Pero al papelón nacional, Sobisch sumó un duro revés en su propio distrito. El tercer lugar detrás de Carrió, lo inhibe para seguir influyendo sobre la política local y le resta legitimidad para continuar conduciendo su propio partido, dos condiciones indispensables para mantenerse como árbitro en la provincia y eventualmente intentar una nueva incursión en el escenario nacional.
Sobisch fracasó en su intento de embarcar al MPN en su aventura presidencial, pero el partido no salió indemne de su temeraria ambición: por primera vez en la historia no logró colocar dos senadores en el Congreso de la Nación.
Haciendo gala de un gran descaro, el gobernador le echó la culpa de lo ocurrido a su sucesor y hasta lo acusó de haber mandado a los afiliados del MPN a votar por Cristina Kirchner.
Pero los datos que surgen del comicio demuestran lo contrario: fue su propia pretensión de forzar a los afiliados a votarlo la que terminó dividiendo al partido.
Por otra parte, los simpatizantes del MPN votaron a Cristina pero también a Carrió, a Lavagna y aun a Rodríguez Saá y Solanas. Desde luego, una limitada porción también lo votó a él. Ese parece ser, hoy, el espacio residual del sobischismo. Espacio que seguramente se seguirá desmembrando, porque esa es la ley inexorable de la política para los perdedores.
Así como lo contrario le ocurre a los que triunfan, motivo por el cual es previsible que, de ahora en más, Sapag aumente su predicamento en su partido y en la provincia. Ello, a pesar de la patética reacción observada por Sobisch y el puñado de incondicionales que aún lo rodea, el martes pasado, cuando reasumió sus funciones como gobernador. Una actitud que insinúa la intención de complicar aún más el inicio al nuevo gobernador y con ello a toda la sociedad dejando el diluvio tras de sí.
Con su enorme miopía política Sobisch también le hizo perder al MPN una elección que tenía casi ganada en la capital provincial, porque el grueso del electorado, que a esta altura censura sin vueltas su contumacia política, percibió que el candidato emepenista era una astilla del mismo palo.
En general Sobisch o todo lo que olía a Sobisch perdió el domingo. El triunfo de Farizano así lo señala, a pesar de que Brillo hizo una buena elección y lo votaron no solamente los sobischistas.
Pero lo ocurrido es también una clara victoria del arco opositor, que esta vez superó la tradicional fragmentación, funcional a la hegemonía del MPN, y supo llevar sus coincidencias hasta las urnas.
Acá pesó el alto grado de aceptación que tienen entre los vecinos de la capital los ocho años de la gestión Quiroga. Nadie, ni sus críticos más severos, deja de reconocerle ese mérito. Pero también jugó un papel importante la labor que realizó el propio Farizano para juntar las cabezas de los principales sectores de la oposición, desde Une hasta Recrear, pasando por el Frente Grande y Libres del Sur. Logró, de esta forma, lo que Quiroga no pudo hacer para las elecciones provinciales ni tampoco podía concretar en esta oportunidad, por la resistencia que su figura genera entre algunos de esos grupos a raíz de su proximidad con Sobisch en algunas instancias decisivas de los últimos años, en particular durante la última Constituyente.
Ahora, se abre una gran oportunidad para que la oposición demuestre que puede convertirse en alternativa al reinado del MPN. Sin embargo, su materialización depende de que las fuerzas que la integran se mantengan unidas y alcancen éxito en la gestión. Lo contrario abonaría la idea de que se trató de un mero acuerdo electoral para repartir cargos.
Por lo pronto en el entorno de Farizano dan por descontado que se llevará adelante el programa común esbozado en la interna abierta y que los distintos sectores que componen la alianza tendrán representación en el Ejecutivo. En primer lugar Une, que obtuvo la mejor performance electoral, y también los demás. Se habla, de que Mansilla podría acceder a la secretaría de Gobierno y otros integrantes de esa fuerza a secretarías y direcciones. También, de que se reserva un cargo relacionado con derechos humanos a Jesús Escobar y con los servicios públicos a David Lugones. Se descarta que el quiroguismo mantendrá una cuota de poder en el futuro gabinete, acaso de la mano de la esposa del actual intendente, Marlene Velazques, o de alguno de sus colaboradores.
El escenario que se presenta más complicado para el nuevo gobierno municipal es el del Concejo Deliberante. Allí el MPN consolidó su mayoría, porque como partido ganó ampliamente las elecciones. Con todo, ya comenzaron a trascender las diferencias en el seno de ese bloque entre jorgistas y sobischistas, derivadas de la puja irracional instalada por Sobisch en su propio partido.
No obstante, es posible imaginar un escenario de mayor colaboración entre los futuros gobiernos provincial y municipal. Obligado por las circunstancias todo el mundo presume que la herencia de Sobisch va a ser pesada Sapag ya ha dejado trascender que abrirá los brazos a la oposición ampliando el respaldo que necesita para capear el temporal.
Por otra parte, tanto el gobernador electo como Farizano aspiran a mantener una relación provechosa con Nación algo que se ve facilitado por el amplio triunfo de Cristina Kirchner y lo más probable es que también desde esa esfera se inste a ambos a trabajar cohesionadamente.
Para la provincia se abre un nuevo escenario, más acorde con los tiempos que corren y más favorable para la democracia y el pluralismo que la sociedad viene reclamando. Es de esperar que esta posibilidad no se frustre.
HÉCTOR MAURIÑO
vasco@rionegro.com.ar