La designación del ministro de Economía del gobierno electo cobra importancia en comparación con las escasas sorpresas que representaron los ministros de Economía iniciales de las últimas gestiones presidenciales.
La relativa tranquilidad que representa un traspaso de mando no sólo dentro del mismo espacio político sino también familiar, con la posibilidad de que muchos colaboradores del presidente saliente continúen en la futura gestión, así como que nadie espera modificaciones de significación en la política económica, no implica necesariamente que cualquiera de los nombres en danza represente la misma cosa.
Puede admitirse que el actual ministro Miguel Peirano y la diputada Mercedes Marcó del Pont comparten una misma línea de pensamiento, proclive a la industrialización. El primero integró por más de una década el Departamento de Economía de la Unión Industrial Argentina (UIA) y la candidata a senadora en la elección del domingo pasado condujo por la misma época la Fundación de Investigaciones para el Desarrollo (FIDE), una de las usinas del MID que la supo contar como militante juvenil en los '80.
Con matices, puede incorporarse al grupo a la directora de la Agencia de Promoción de Inversiones, Beatriz Nofal, con una relación más aceitada que los anteriores con organismos como el BID o el Banco Mundial, donde desarrolló trabajos de consultoría, además de sus sólidos contactos con los países del Mercosur.
Nada resultaría extraño si se convocara a uno de los tres, si dos de ellos son funcionarios del gobierno que se propone continuar y la tercera lo representa en el Parlamento.
Pero Mario Blejer, otro de los nombres mencionados para sumarse al gabinete de Cristina Fernández de Kirchner, aporta la nota disonante.
Su llegada directa a los centros financieros internacionales le otorga una ventaja comparativa en relación con los tres anteriores, si lo que se busca en la futura gestión es la recomposición de los vínculos con organismos e inversores.
Pero es precisamente esa característica la que le crearía más de un problema a la futura presidenta. ¿Cómo les explicaría a sus seguidores que confía la conducción de Economía a alguien que se desempeñó durante veinte años en el FMI, cuando la condena a ese organismo ha sido y es uno de los ejes del discurso oficial?
Ese antecedente pudo tener otra relevancia en un contexto diferente: por provenir del FMI, Blejer fue convocado por Domingo Cavallo para ser vicepresidente del Banco Central y poco después, con Duhalde, ascendió a la presidencia de la autoridad monetaria.
Pero ¿cómo hacer valer esa trayectoria en un gobierno que expresa permanentemente su rechazo a las gestiones económicas de esas épocas? (DyN)
MARCELO BÁTIZ
Especial para "Río Negro"