Viernes 02 de Noviembre de 2007 Edicion impresa pag. 41 > Deportes
El final de Hingis,la "reina precoz"

En un momento en que el tenis masculino pasa por una situación de crisis debido a las denuncias de apuestas y hechos de corrupción, explotó una bomba entre las mujeres. En medio de las lágrimas se apagó ayer la campaña de Martina Hingis. La número uno más joven de la historia dejó la raqueta luego de que saliera a la luz un positivo de doping por cocaína, en el último Wimbledon.

Alcanzó el número uno con poco más de 16 años, se retiró a los 22, regresó a los 25 y, con 27, la "reina precoz" se retira entre tinieblas. "Estoy frustrada y enfadada. Creo que soy absolutamente, al ciento por ciento, inocente", señaló ayer en Zurich, durante una conferencia donde rompió en lágrimas.

"Considerando esta situación, mi edad y los problemas de cadera, decidí no jugar más en el circuito", agregó.

La vida de Hingis es una historia que el destino quiso unir al tenis. Corría setiembre de 1980 en Kosice, en la entonces Checoslovaquia, y Melanie Molitor vivía con pasión los logros de su compatriota Martina Navratilova. Nació su niña y la llamó Martina, con la intención de que se convirtiera algún día en otra Navratilova.

Martina Hingis no llegó a ser nunca Navratilova, pero batió records de precocidad en el mundo del tenis, marcas que la metieron para siempre en la historia de un deporte blanco cada vez más manchado por la corrupción. Con 16 años y cuatro meses se convirtió en la jugadora más joven en ganar el Abierto de Australia, en 1997.

En marzo de ese año se transformó en la número 1 más precoz del tenis de todos los tiempos. Tenía 16 años y seis meses.

Ganó cinco títulos de Grand Slam, tres Abiertos de Australia, un Wimbledon y un US. Open, jugó siete finales más de los "grandes", y un total de 40 títulos.

En 2002, con sólo 22 años, anunció su retiro por dolores en el pie izquierdo que no desaparecieron pese a la cirugía. Hingis volvía a quebrar un récord de precocidad.

Después de casi tres años de olvido, apartada del mundo del tenis en el que había sido amada y odiada a partes iguales, se planteó su retorno a un circuito ávido de jugadoras con carisma.

En 2006 regresó. Su imagen de adolescente caprichosa y "niña de mamá" quedó en el olvido. Se presentaba madura, serena, tranquila consigo misma. Lo había sido todo, lo había ganado todo, excepto Roland Garros, y sólo buscaba disfrutar.

El año 2007 comenzó bien. Después de llegar a cuartos de final en el Abierto de Australia, ascendió al sexto puesto del ranking, la mejor clasificación desde su vuelta. Pero ahí se acabó todo por los frecuentes problemas de espalda y de cadera.

Después de ganar en febrero último, en Tokio, su título número 43, la suiza no levantó ningún trofeo más.

Desde entonces no ganó más de dos veces seguidas. Su último partido lo disputó el 19 de setiembre en Pekín. No sólo había problemas físicos. Había algo más, un secreto revelado ayer. Un "match point" que Hingis tendrá que superar. (DPA y AR).

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