NEUQUEN (AN).- "Hacha y tiza", dijo cerca de las 23 el intendente Horacio Quiroga de las elecciones municipales de Neuquén. En esa frase, el dirigente de la Concertación Neuquina resumió la atmósfera que se respiraba en el local partidario de la alianza de siete agrupaciones políticas que impulsó la candidatura de Martín Farizano para el Ejecutivo municipal.
La paridad que se pensaba en la previa al comicio se confirmó a medida que pasaron las horas. Tal es así que cerca de la medianoche, ni el candidato del MPN, José Brillo, ni Farizano se adjudicaron la victoria.
Pero en el local de la Concertación los "soldados" de la UCR, liderados por los diputados provinciales electos Eduardo Benítez y Marcelo Inaudi, llegaron con los primeros mensajes de triunfo. Hasta ese momento, la demora en la llegada de los primeros datos se había trasladado en la prudencia de los equipos técnicos.
También levantó los ánimos la llegada del intendente Quiroga junto a su esposa, Marlene Velásquez, que si bien desestimó una ventaja con una amplio margen, auguró un triunfo de Farizano. Pero no pudo evitar la prudencia, porque "el empate técnico" que daban las mediciones de la Concertación en los últimos días de campaña, se reflejaba en los primeros números extraoficiales que llegaron al búnker ubicado en Carlos H. Rodríguez e Yrigoyen. "Estamos hacha y tiza", dijo Quiroga, que agregó: "fue una gran elección y está claro que si hubiera un nítido ganador, ya habría salido a decirlo".
Quien decidió esperar que el número de mesas confirmara un resultado fue el candidato a la intendencia. Farizano se reunió con algunos dirigentes en su casa -el aspirante a primer senador, Marcelo Fuentes, fue uno de ellos- pero, pasadas las 23.30 aún no se se había acercado al local partidario.
A pesar de ser una alianza que reunió a siete agrupaciones políticas, pocas fueron las que se acercaron a la espera del resultado y optaron por hacerlo en sus propias sedes. Néstor Burgos, primero en la lista de concejales de la Concertación, fue el único que se unió a la espera.
Los simpatizantes no aportaron el color que habitualmente dan los bombos. Sólo algunos dirigentes barriales, pero sin el aparato que despliegan los partidos ante la inminencia de un resultado a favor, se apostaron desde la tarde. La realidad marcó que hasta las 24, las caras de quienes sí aguardaron los datos en el salón del centro neuquino reflejaron nerviosismo.
