Un triste empate. Una llave doble Nelson, para bochorno de la política. Un remedo de contraste discursivo, entre lo que unos y otros hacen y callan...
El intendente Jorge Carro llamó a elección de convencionales para la reforma de la Carta Orgánica, con fecha 26 de octubre de 2008. La intendenta electa, Luz Sapag, se despachó con bronca por lo "inoportuno" del asunto, habiendo otras urgencias. Para colmo, la "inconsulta" medida condiciona a la próxima administración, con una fecha que acaso no le satisfaga. Conviene recordar que Carro dejará de ser jefe municipal desde el 10 de diciembre.
Pero lo que la senadora emepenista no dijo es que el peronista Carro convocó a convencionales hace tres años, sobre el límite que la propia Carta Orgánica imponía a 15 años de su sanción.
Por entonces, un abogado local emparentado con el MPN y, de hecho, convencional municipal por ese partido en 1989, planteó un recurso de inconstitucionalidad por la cantidad de cargos en disputa.
El abogado -alguna vez aspirante a camarista- se basaba en que la Constitución provincial de entonces (antes de la reforma del 2006) imponía límites a los cargos en disputa conforme la cantidad de habitantes. En aquel caso, debían ser 12 contra 20 del llamado de Carro.
Pero en su presentación olvidó, acaso por descuido, completar la transcripción del artículo en debate, y que en efecto claramente establecía límites pero sólo para los llamados a primera sanción, no para las convocatorias a reforma, que son propias de la autonomía municipal.
La acción del abogado fue legítima y formalmente correcta a pesar de ese "detalle", pero también innegablemente parecida a una maniobra dilatoria, si se tiene en cuenta el contexto: la explicitada oposición del gobierno provincial a cualquier convención municipal cuando ya se proyectaba la reforma de la Constitución neuquina. Para completar el cuadro, el Tribunal Superior de Justicia, en una actitud propia de diletantes, tardó dos años para resolver la cuestión de fondo, que no era otra cosa que comparar un par de artículos. Una vez que los jueces se animaron a semejante empresa, concluyeron que el llamado estaba bien.
Es en esa sucesión de hechos, que Carro decide llamar a convencionales. Su determinación puede ser igualmente opinable a dos meses de concluir el mandato, pero no puede dejar de admitirse que las dilaciones le fueron impuestas.
Luz Sapag tampoco tiene relación con esos acontecimientos -estaba lejos y peleada con casi todos en el gobierno de Sobisch-, pero cuestionar el llamado obviando aquellos episodios es, cuando menos, reprochable.
Ahora bien, también hay una actitud condenable en la medida que tomó Carro con las fuerzas políticas que le acompañan: se hizo un llamado ignorando olímpicamente al MPN local, que será gobierno en unas semanas. No se trata ya de pretender consenso, pero sí al menos de haber hecho una consulta respetuosa a quienes deberán efectivizar el proceso electoral para la reforma.
Lo dicho: un empate entre acciones y omisiones.
FERNANDO BRAVO
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