BUENOS AIRES (Télam).- En su nueva novela, "Elena sabe", la escritora Claudia Piñeiro -autora de la exitosa "Las viudas de los jueves"- se vuelca al drama para narrar la cotidianeidad de una mujer que sufre Parkinson y que se propone investigar la muerte de su hija, que según la policía se suicidó, aunque ella se niega a creerlo.
Los pormenores de la cruel enfermedad que sufre la protagonista, una mujer de unos 60 años, a la que le cuesta pararse, levantar la cabeza e incluso caminar, son detallados con minuciosidad por la autora, así como la relación con su hija Rita, que apareció ahorcada en el campanario de la parroquia del barrio.
"Cuando escribís una novela hacés un montón de investigación sobre determinadas cosas en este caso la enfermedad, pero más allá de eso, conozco la enfermedad de cerca, sino no podría haber hecho determinadas descripciones de lo más cotidiano, o del dolor que produce al que acompaña y al que lo padece, cosas que no encontrás en un libro", señaló Piñeiro a Télam.
La novela -que la autora dedica a su madre fallecida hace poco- describe también la relación áspera entre ambas mujeres, que conviven juntas, que tienen un modesto pasar y que sólo saben demostrar su cariño a través de las peleas, desde una narración coloquial y sostenida, con diálogos que se suceden en una misma oración y que buscan reflejar la situación de Elena.
"Se trata de levantar el pie derecho, apenas unos centímetros del suelo, moverlo en el aire hacia adelante, tanto como para que sobrepase al izquierdo, y a esa distancia, la que sea, mucha o poca, hacerlo bajar. Apenas de eso se trata, piensa Elena. Pero ella piensa, y aunque su cerebro ordena movimiento, el pie derecho no se mueve. No se eleva. No avanza en el aire. No vuelve a bajar", arranca la novela, editada por Alfaguara.
"La narración es como la de un primer plano con cámara en mano, que la va siguiendo todo el tiempo. Y mucho de repetir, porque la vida de ella es como circular, en ese sentido, va de una pastilla a la otra pastilla y a la otra", explicó la autora, tal como están estructurados los capítulos, en "segunda pastilla", "tercera pastilla" y "cuarta pastilla".
Piñeiro contó que sus novelas surgen siempre de imágenes, a diferencia de otros escritores, para quienes "puede ser una frase o un personaje. El disparador de esta novela fue la imagen de una mujer sentada en una silla en la cocina de su casa, esperando que una pastilla haga efecto para poder levantarse y tomar un tren. Esto que para uno puede ser algo de todos los días pero para ella es una epopeya", dijo.
"Si te parás a pensar lo que le esta pasando al otro, que es lo que te obliga un poco la novela, es tan doloroso, tan tremendo, que es mucho más difícil de tolerar que enojarte y decir 'pero por qué no ponés voluntad y caminás un poco mejor'. Si te conectas con el 'no puedo' del otro, te produce un dolor tan grande que a veces es más fácil enojarte", sostuvo.
La novela describe con una mirada aguda los detalles de un barrio que no menciona de la provincia de Buenos Aires, del novio de Rita que no le agrada a la madre, de la peluquera del barrio y de un comisario que se apiada de los reclamos de la mujer enferma, en una sucesión de personajes que "uno podría salir a la calle y cruzárselos".
"Yo creo que en las relaciones madre-hija hay un montón de dificultades que nos son comunes a casi todos. Con distintos matices, uno se puede sentir más o menos identificado y lo puede haber resuelto de una mejor o de una peor manera", dijo la autora. "Elena y Rita se quieren pero no pueden hacer con eso más de lo que hacen que es bastante duro".