Domingo 28 de Octubre de 2007 Edicion impresa pag. 45 > Cultura y Espectaculos
LA PEÑA: Cuestión de afectos

JORGE VERGARA

jvergara@rionegro.com.ar

Están tan incorporadas que parecen parte de las tradiciones. Y no necesariamente son de origen nacional, como se decía en otro tiempo, sino que de tanto verlas, consumirlas, las incorporamos como propias.

Y claro, en este escenario de marcas, hay algunas de gaseosas por ejemplo que forman parte de nuestro paisaje cotidiano, pero son lejanas a nuestros afectos, hay otras de autos que parecen propias pero no lo son y existen las que sí son de origen nacional y además de incorporarse como marcas, se incorporaron a nuestros afectos.

La venta de Alpargatas, la más grande de las textiles netamente argentinas, me generó cierto escalofrío, una marca bien nuestra vendida por las cuestiones lógicas de la economía, se explica desde la conveniencia para los inversores de comprar industrias en la Argentina, pero jamás desde los afectos. Es que la economía es tan fría, tan lejana que jamás habla de afectos.

Para algunos más, para otros menos, las zapatillas Flecha fueron parte nuestra infancia, o las Pampero, que eran casi la marca ineludible para las familias que no tenían poder adquisitivo, porque eran las nacionales que todos podían comprar. Y para los más grandes, las Sorpaso, también una línea de Alpargatas que estaba pensada para los que necesitaban de mucho andar pero tenían poco para sacar del bolsillo.

Ni hablar del "mocasín de los pobres", la alpargata de yute y tela de mediana calidad, barata y disponible en todos los comercios de ramos generales, los mismos que ya desaparecieron en un intercambio vertiginoso con los súper e híper, pero también lejanos a los afectos. Es que la modernidad se llevó no sólo marcas asumidas como propias, sino también comercios y rubros que formaban parte de nuestra vida diaria.

Hablábamos de la alpargata, la que sacaba siempre de apuro, sobre todo a la gente del trabajo, que no apuntaba tanto a un calzado de buen vestir sino más bien a lo cómodo y barato.

Y la marca Alpargatas fue un poco la compañera de cuanto trabajador había en la Argentina. No se podía acceder a más que eso y cuando se trataba de elegir, siempre se elegía Alpargatas.

Cómo olvidar la infancia en la escuela, guardapolvo hasta la rodilla, pantalón corto y zapatillas blancas Flecha o Pampero, con medias blancas que sólo duraban limpias lo que duraba el saludo tempranero a la bandera, porque antes de entrar al aula ya jugábamos el primer partido y zapatillas y medias juntas se convertían en una especie de adobe. No eran tantas las opciones, si no era blanco era azul o negro, no mucho más.

Claro, estoy hablando de tres o cuatro décadas atrás, donde no eran tantas las alternativas comerciales y muchas de las marcas actuales ni existían. Con el tiempo, la misma fábrica fue produciendo calzado de más calidad y de más precio, pero nunca abandonó la clásica alpargata, no tan usada en este tiempo, aunque aún por estos días con fuerte arraigo en la zona rural.

Alpargatas forma parte de la historia empresarial de la Argentina, también de los afectos de su gente que la adoptó como propia por popular, por accesible, por ser la mejor opción de una clase que siempre fue mayoría, la de los obreros y laburantes.

Seguramente desde los números, desde una transacción comercial todo se explicará mucho más fácil.

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