BAGDAD (AFP y Télam).- Al menos 32 personas, entre ellos 16 supuestos insurgentes, murieron ayer en distintos hechos registrados en Irak, informaron fuentes gubernamentales iraquíes.
En la madrugada, combates entre la policía y grupos extremistas en el sur de Samarra causaron la muerte a al menos 16 militantes del Estado Islámico de Irak, un grupo vinculado a la red fundamentalista islámica Al Qaeda.
Además, en el sur de Bagdad, la explosión de una bomba colocada junto a un restaurante causó la muerte a ocho personas, indicó la agencia Dpa.
A su vez, la policía informó que seis conductores kurdos fueron abatidos en la madrugada y otros seis resultaron heridos debido a la explosión de tres bombas al paso de sus vehículos en el sur de Kirkuk.
Las fuentes agregaron que los camiones transportaban sacos de cemento para las bases de los ejércitos iraquí y estadounidense en la zona.
Por otra parte, un agente murió y cinco resultaron heridos por la explosión de una bomba cerca de un puesto de policía, mientras que otro agente falleció y seis más resultaron heridos en Alejandría.
En tanto, hombres armados vestidos con uniformes del ejército iraquí secuestraron a un jefe de policía y a sus siete guardaespaldas cerca de Baqouba (noreste de Bagdad), donde también fueron descubiertos 17 cadáveres en descomposición, indicaron responsables de seguridad.
Los asaltantes tendieron el viernes una emboscada al convoy del coronel Amer Nseif, el jefe de la policía de la ciudad de Moqdadiya, declararon las fuentes a la AFP.
Moqdadiya está situada en la provincia de Diyala, de la que Baqouba es la capital. Según uno de los responsables, la policía de Diyala desplegó una fuerza especial encargada de localizar al jefe de la policía y detuvo para interrogarlos a trece soldados iraquíes cerca del lugar de la emboscada.
También cerca de Baquba, las fuerzas iraquíes descubrieron 17 cadáveres en descomposición y las autoridades sospechan que se trata de un crimen de carácter religioso. Los cuerpos, en avanzado estado de descomposición, son difícilmente identificables, precisó el doctor Ahmad Fuhad, del hospital principal de Baquba, al tiempo que precisaba que sería muy difícil determinar las causas de la muerte. Este macabro descubrimiento, el más importante desde hace meses, recuerda que la violencia sectaria no ha desaparecido en Irak.