Miércoles 24 de Octubre de 2007 Edicion impresa pag. 30 y 31 > Sociedad
Adicción a las drogas (legales e ilegales)
Ser adicto y estar en recuperación requiere de perseverancia "día tras día". Javier lo sabe y comparte su difícil experiencia de vida.

¿ Por qué retomo el tema ?

Porque nace en mí la sincera y humilde necesidad de volver a mostrar la realidad de esta enfermedad letal. Podemos observar casi a diario la información que en nuestros medios tenemos sobre drogas. Y no hablo de incautación o todo lo relacionado a ello; nunca fue ni será mi objetivo; sino de las consecuencias que las personas sufrimos por esta enfermedad: cárceles, hospitales y muerte.

¿Por qué un adicto solo está en mala compañía?

Porque está con la última persona con la que consumió.

El proceso de recuperación no es fácil. Requiere valor y perseverancia " día tras día".

La enfermedad puede manifestarse con diversas obsesiones mentales y acciones compulsivas que nada tienen que ver con las drogas.

¿Por qué remarco esto? Porque es necesario que nuestra sociedad reconozca y acepte que lo que nos hace adictos es la enfermedad de la adicción. Ni las drogas, ni nuestro comportamiento, sino nuestra enfermedad. Hay algo dentro de nosotros que nos hace incapaces de controlar nuestro consumo de drogas. Este mismo algo también nos hace propensos a la obsesión y compulsión en otras áreas de nuestra vida. ¿Cómo podemos saber en qué momento está activa nuestra enfermedad? Cuando estamos atrapados en rutinas obsesivas, compulsivas y egocéntricas; círculos interminables que sólo llevan al deterioro físico, mental, espiritual y emocional.

Hago hincapié al "día tras día" porque la recuperación es un trabajo diario. Es imposible describir la adicción de una forma tan precisa que complazca a todo el mundo. Sin embargo, parece que la enfermedad nos afecta, en general, de las siguientes formas:

" nos obsesiona la idea de consumir.

" físicamente desarrollamos una compulsión que nos hace seguir consumiendo, independientemente de las consecuencias.

" espiritualmente, en el transcurso de nuestra adicción, nos volvemos totalmente egocéntricos.

" la negación es la parte de nuestra enfermedad que hace que nos resulte difícil, sino imposible, reconocer la realidad.

Desde lo personal, y trabajando esto del "día tras día" con más de 9 años, y viviendo momentos de mi vida en donde la enfermedad me atrapa; debo reconocer ese grupo social que se alimenta de la vida del enfermo. Digo esto porque la OMS ya coincide con el precepto que la salud está íntimamente ligada con el equilibrio físico, mental, social y psicológico de las personas. Y en esto siempre fue válido para mi tener presente una reflexión: nadie, absolutamente nadie, tiene autoridad moral para juzgar a otro ser humano. No voy a entrar en detalles, creo ser claro y práctico con el pensamiento, pero es importante invitarnos a reflexionar un segundo sobre nuestras actitudes.

Nadie elige ser adicto. Sufrimos una enfermedad que tiene manifestaciones antisociales que dificultan su detección, diagnóstico y tratamiento. Cuando se trata a la adicción como un delito o una deficiencia moral, el enfermo se rebela y aísla más. La enfermedad es incurable, crónica, progresiva y mortal; sin

embargo, se puede tratar. No es fácil ni sencillo enfrentarse con estos tres puntos conflictivos:

1) somos impotentes ante la adicción y nuestra vida es ingobernable.

2) no somos responsables de nuestra enfermedad, pero sí de nuestra recuperación.

3) no podemos echarle la culpa de nuestra adicción a los demás, a los lugares y a las cosas. Tenemos que afrontar nuestros propios problemas y nuestros sentimientos.

Así descubrimos algo fundamental: padecemos una enfermedad y no un dilema moral. Nuestra enfermedad abarca mucho más que el consumo de drogas, por lo tanto nuestra recuperación debe ser un cambio constante de nuestras ideas y actitudes. La recaída es una realidad. Puede suceder y sucede. En nuestra vida cotidiana estamos expuestos a recaídas emocionales y espirituales que nos dejan indefensos contra la recaída física del consumo de drogas. Obviamente nada nos obliga a recaer. Podemos elegir. La recaída nunca es un accidente, indica que aún tenemos reservas más allá del tiempo que llevemos limpios. Por alguna razón, el hecho de no ocuparnos de nuestros asuntos personales, disminuye nuestra autoestima y establece un patrón de conducta que se repite en todas las áreas de nuestra vida. Nuestra capacidad de ser receptivos comienza a desaparecer, los enojos son cada vez más frecuentes, el resentimiento hacia las personas y las cosas crece, comenzamos a rechazar a quienes están cerca de nosotros, nos aislamos, la terquedad continúa haciéndonos tomar decisiones basadas en la manipulación, el ego, la lujuria o el falso orgullo y reaparece la soledad y la paranoia.

Hay algo en nuestra personalidad autodestructiva que nos pide a gritos el fracaso. Es algo muy común en los adictos. La autocompasión es uno de nuestros defectos más autodestructivos. La soberbia es una señal de luz roja.

Nunca nos recuperamos completamente, no importa el tiempo que llevamos limpios. La complacencia es el enemigo que tenemos aquellos que tenemos mucho tiempo de abstinencia.

 

JAVIER ALBERTO GENOUD

javier@jetband.com.ar

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