Después de tres mil horas de análisis, el ingeniero francés Pascal Cotte descubrió varios secretos: la Mona Lisa, el famoso cuadro que pintó Leonardo da Vinci, tenía originalmente cejas y pestañas, y en principio su célebre autor habría intentado un rostro más ancho y una sonrisa un tanto más expresiva.
El ingeniero hizo sus pruebas con un escáner digital, una cámara que diseñó especialmente para desentrañar sus secretos y deconstruir a partir de imágenes no sólo el proceso de deterioro que la obra sufrió a lo largo del tiempo, sino además los pasos, pintura sobre pintura, dados por el artista en su creación.
Los resultados de la investigación, las pruebas fotográficas y las imágenes hasta 24 veces ampliadas, se encuentran actualmente en exhibición en el Complejo Metreon de San Francisco.
Durante siglos, los especialistas especularon sobre las cejas de la Gioconda. Algunos concluyeron que el artista nunca llegó a pintarlas, porque realmente nunca llegó a terminar el retrato; otros que de acuerdo a la moda florentina la modelo llevaba las cejas depiladas; y también se llegó a pensar que pudieron haber sido borradas en alguno de los procedimientos de restauración. Esta última hipótesis parece ser confirmada por las pruebas del ingeniero que dice haber encontrado en las imágenes de alta definición una pincelada sobre el ojo izquierdo que conduciría a pensar que cejas y pestañas existieron y que fueron borradas en los sucesivos esfuerzos de restauración.