El así llamado "enciclopedismo" ha sido muy denostado en los últimos tiempos porque, entre otras cosas, se lo acusa de ser el culpable de la crisis de la enseñanza. Es obvio que la condena cubre un espectro de cuestiones mucho más amplio, en el que se cruzan motivaciones culturales, económicas y políticas. En algunos casos, las imputaciones contra el enciclopedismo derivan de malos entendidos y errores conceptuales y frecuentemente se deben a la ignorancia sobre su origen y sobre los contextos en que se desarrolló. Otras veces, surgen por una abierta oposición a las concepciones políticas del liberalismo y de la confianza en la razón como método de conocimiento y progreso democrático. Respecto de todo sería bueno asumir una defensa del enciclopedismo.
Originariamente, "enciclopedia" significa "ciclo educativo"; esto es, un sistema integral de disciplinas y sus fundamentos. Implica una exposición de los conocimientos existentes en forma sintética y lo más completa posible.
El enciclopedismo se vincula con el surgimiento de la modernidad en el siglo XVIII, el advenimiento del racionalismo, el impulso de las ciencias, su liberación de la religión y la teología, la democracia y sus valores, como la libertad de pensamiento y expresión y la igualdad ante la ley. Su mayor expresión fue la edición de la Enciclopedia dirigida por Denis Diderot y Jean d'Alembert. Es una obra monumental que consta de 27 volúmenes, 72.000 artículos y l6.500 páginas con formidables ilustraciones. Como se afirma en el hermoso libro de Philipp Blom "Encylopédie" (Anagrama, 2007), se trata de la mayor empresa cultural del siglo XVIII, el triunfo de la razón en tiempos de sinrazón. En la enciclopedia un "Diccionario razonado de las ciencias y de los oficios, por una sociedad de gentes de letras", tal era su subtítulo original colaboraron juristas, economistas, matemáticos, físicos, químicos, geógrafos y científicos de muy diversas disciplinas de toda Europa.
La entrada "enciclopedia", en la primera edición de 1756, dice así: "...El objetivo de una Enciclopedia es reunir todo el saber disperso en la superficie de la tierra, describir su sistema general a las personas con quienes vivimos y transmitirlo a aquellas que vendrán después de nosotros... y que nuestros descendientes, haciéndose más ilustrados, puedan ser más virtuosos y más felices, de manera que no lleguemos a la muerte sin haber merecido ser parte de la raza humana".
Los enciclopedistas eran brillantes intelectuales, llenos de esperanza. Aunque a veces estaban atravesados por dudas y reservas, jamás cayeron en el escepticismo o el relativismo, siempre provisorios. Conformaban un mundo de "hombres de letras" (como se denominaban a sí mismos), un mundo colmado de ideas e innovaciones, comprometido, rebelde y combatiente.
Ahora bien, las críticas al enciclopedismo en el sistema educativo se refieren a la dispersión del saber que provoca en los educandos, apabullados por el número de materias y contenidos y de profesores. Se alega que una preparación integral como la pretendida por el enciclopedismo es muy difícil y que es preferible la especialización, ya que el enciclopedismo no jerarquiza contenidos. Finalmente, y éste es quizá el argumento más común e impactante, se alega que el enciclopedismo no satisface las demandas del mercado de trabajo. Para ese fin, promueven una "educación para el trabajo y el desarrollo económico".
Los enciclopedistas jamás hubieran despreciado este destino, pero no lo consideraban el único ni el más importante. Consideraban, como Montesquieu, que "las ciencias se tocan unas con otras, las abstractas conducen a aquellas que lo son menos y el cuerpo de las ciencias en su totalidad depende de las letras".
Si uno observa los programas de estudio en los niveles secundarios, éstos no han cambiado sustancialmente en cuanto a las materias, aun en los momentos reformistas que hacían la crítica más acerba al enciclopedismo sobreabundante. Pero en los hechos es cierto que se ha reducido mucho la cantidad y calidad de los conocimientos así llamados poco prácticos (como la historia, la geografía, la filosofía, la literatura, la lengua castellana y las artes en general). De ello no debe culparse a una armoniosa conjunción de conocimientos multidisciplinarios, como procuraban los enciclopedistas, sino a los deficientes maestros incompetentes.
Los resultados positivos del anti-enciclopedismo en la educación argentina no están a la vista y es difícil evaluar los éxitos y los fracasos de las tendencias a la "enseñanza para el trabajo". Pero, aun en el caso en que efectivamente se acepte que ésa deba ser la tarea primordial del sistema educativo (lo cual no sólo me despierta serias dudas sino una abierta oposición cuando se exagera esa funcionalidad), la tendencia a hacer de la escuela secundaria un camino hacia la salida laboral y atender las necesidades de las empresas merece una primera salvedad: no parece que efectivamente sea la tendencia real y actual del propio mercado de trabajo. Y tampoco en el futuro mediato, tal como van las cosas. En su último libro, Zygmunt Bauman ("Vida de consumo", editorial Debate, 2007) dice "que en el proceso globalizador los empleadores tienen una decidida preferencia por los empleos flotantes, flexibles, empleados generales del tipo todoterreno". Y esa predilección, por lo tanto, descarta a los especialistas y expertos, que se estancan en sus puestos de trabajo y no pueden adaptarse a los giros inesperados del cambio tecnológico. Las nuevas y eficientes empresas tienen predilección por contratar precariamente a una gran mayoría de empleados descartables, que puedan ser reasignados a muchas tareas distintas, reubicados en cualquier momento, gentes "para quienes las expectativas a largo plazo, las carreras consolidadas y previsibles y toda otra forma de estabilidad resulten desagradables y atemorizantes".
Bauman denuncia que ésta es una consecuencia de considerar el trabajo una simple mercancía, en un proceso en que el hombre se convierte en un objeto de consumo y un consumidor al propio tiempo: hay, pues, una retransformación del trabajo en un producto de consumo. Por lo tanto, hay que mantenerse en un mercado constantemente cambiante, ofreciendo una elástica disposición para ir cambiando la oferta del trabajo, y hacerlo más atractivamente vendible en las circunstancias tan mutantes y alteradas del mercado global.
Así, la crítica al enciclopedismo educativo cae en contradicción con su pretendido pragmatismo realista. Pero lo más grave es que parte de una filosofía que concibe a la persona como un mero recurso económico.
Hay que diferenciar claramente en los niveles de la enseñanza media la educación general, en la búsqueda de personas cultas, libres y conscientes, que ha de ser responsabilidad del Estado democrático, y la formación profesional, que debe estar al menos parcialmente a cargo de las empresas, como ocurre en los países más armónicamente desarrollados. Además, aun en la preparación de las elites de investigación en las ciencias duras, sus componentes tienen una base educativa de amplio espectro humanista, incluyendo el dominio de las letras y la filosofía.
Pero, más allá de estas cuestiones prácticas, parece un retroceso el ataque al humanismo racionalista que ciertas corrientes pedagógicas y filosóficas parecen encarnar en este presente convulso. Los enciclopedistas, que podían aceptar el desencanto de la realidad según la experiencia, todavía nos ofrecen una respuesta no dogmática de las ideas y la naturaleza, no maniquea, y menos orientada al todo o nada. Su objetivo era esclarecer el mundo de las cosas y, sobre todo, los caracteres de la condición humana. Cosmopolitas generosos, pensaban que una verdadera cultura consiste no en adquirir opiniones sino en librarse de ellas. Si todavía no hemos alcanzado los latos fines de la modernidad, ¿cómo podríamos desplazarla e ignorarla por un posmodernismo difuso que opta entre los extremos de la instrumentación mercantil de los conocimientos, o por el consenso monocorde y forzado de los fundamentalismos identitarios a la moda?
OSVALDO ÁLVAREZ GUERRERO (*)
(*) Ex gobernador de Río Negro y ex diputado nacional por la UCR
Especial para "Río Negro"
