Las elecciones que dentro de siete días permitirán escoger presidente y legisladores nacionales, por un lado, e intendente y concejales de la capital por el otro, serán decisivas en muchos aspectos para la provincia. Fundamentalmente porque su resultado podría confirmar el rumbo señalado por la sociedad el 3 de junio, el cual apunta a dar vuelta esa página ominosa de la historia neuquina que es el sobischismo.

Una alternativa como la señalada pareciera confirmarse por lo que trasciende de las encuestas encargadas por los principales sectores políticos en pugna, que coinciden en presagiar la derrota del candidato presidencial Jorge Sobisch en su provincia.

Si estas previsiones se confirman, el largo y traumático reinado de Sobisch difícilmente podría sobrevivir a un revés tan significativo y, por lógica consecuencia, su desplazamiento de la primera línea del escenario abriría el camino para consolidar una propuesta política más respetuosa de la oposición, la Justicia y la prensa, y en general de todas las expresiones de la sociedad civil, zamarreadas sin contemplaciones en los últimos ocho años por un poder poco menos que autocrático.

Se puede inferir que esto es posible, porque si bien el gobernador que resultó electo en junio pertenece al mismo partido que el actual, ha venido expresando la voluntad de cambio, moderado pero cambio al fin, que está latente en la sociedad.

Pudiendo compartir una segunda gestión con Sobisch, Sapag se apeó tempranamente de su tosco proyecto de poder personal y se dedicó a construir una alternativa. Lo hizo dentro de su partido, pero a prudente distancia del grupo que manejó las riendas todos estos años.

Si bien por su particular estilo Sapag eligió diferenciarse expresando sus propuestas por la positiva, en lugar de atacar abiertamente a la camarilla gobernante, terminó siendo aceptado, primero por sus compañeros de partido y luego por el grueso de la sociedad, como la alternativa al actual estado de cosas.

De confirmarse los pronósticos que adelanta la gran mayoría de los sondeos, la sociedad estaría presta a rechazar también, a través de un magro respaldo a Sobisch, la seguidilla de despropósitos que ha jalonado los últimos meses de gobierno, la mayoría de los cuales no ha tenido otro objetivo que sostener la obsesión del gobernador por alcanzar la presidencia de la República.

Como si para la ciudadanía fuera poca violencia moral la enigmática financiación de su fastuosa campaña electoral, su prolongada ausencia del escenario local ha contribuido a profundizar la crisis imperante. Al punto que los bolsones de corrupción, siempre presentes en los gobiernos de Sobisch, se han multiplicado hasta extremos inéditos.

Mientras las autoridades interinas procuran apaciguar con más recursos económicos el cúmulo de reclamos gremiales y sociales, el déficit y la deuda flotante crecen en una medida que amenaza con hacer muy penoso el desembarco del nuevo gobierno.

En el entorno de Sapag advierten que las autoridades siguen sin proporcionarles los números reales de la economía y evalúan que el déficit podría trepar a 10 u 11 millones mensuales. Estiman que la deuda que será traspasada al próximo ejercicio por la bicicleta en los pagos de toda índole, llegará a entre 350 y 500 millones de pesos.

Al parecer, en pocos días el gobierno saliente enviará el nuevo presupuesto a la Legislatura, sin consultar para nada a su sucesor, que será el encargado de ejecutarlo. Y las protestas del mandatario electo no parecen sino haber estimulado un mayor derroche. Entre otras peligrosas jugadas, el gobierno se aprestaría a disponer la parte de los bonos que aún no ha sido usada para continuar su insólito proyecto del ferrocarril trasandino. De esta forma,

cerrará las posibilidades de que Sapag reasigne esos recursos, tal como había anunciado que era su intención, para atenuar los efectos de la bomba de tiempo que le van a dejar.

Trascendió también que el gobierno protagonizó un nuevo intento de renovar, antes de irse, los contratos con las petroleras. Sin reparar demasiado en la cerrada oposición de su sucesor, Sobisch convocó a Sapag a participar de una reunión con los ejecutivos de las principales empresas del sector. Pero al parecer, durante el encuentro el gobernador electo se mantuvo firme en su postura y Sobisch se ofuscó, protagonizando un papelón delante de los empresarios.

Sapag ha explicado ya que, dada la proximidad del recambio, lo razonable sería que los contratos se renovaran después del 10 de diciembre y, según sus colaboradores, alienta la expectativa de mejorar por esa vía el cuadro financiero provincial.

Entre la batería de medidas en estudio, se explora la posibilidad de convencer a las empresas de que paguen algunos puntos extras de regalías. También, de obtener un mejor precio por el gas de la provincia, y comprometer al gobierno nacional y a los privados en la concreción de los proyectos hidroeléctricos Chihuido I y II, que vuelven a estar en el tapete en el contexto de la crisis energética actual.

El sapagismo no descarta reflotar, en fin, la idea de una fábrica de fertilizantes, pero esta vez asociada a la Planta de Agua Pesada, una alternativa que permitiría reducir sensiblemente la inversión. El tema formó parte de la agenda de Sapag en Canadá. Un viaje que señalan sus íntimos no fue de vacaciones como deslizó Sobisch, sino "de trabajo y pagado de su bolsillo. No con plata del Estado".

Además de todo esto, es un secreto a voces entre los sapagistas que su líder convocará desde el primer día a los jefes de la oposición y los gremios para recabar su respaldo en la tarea de "sanear las finanzas".

Al parecer, Sapag tiene tomada la decisión de armar un gabinete reducido, con más secretarios que ministros para acentuar la centralización de las decisiones, y ofrecerá algunas carteras a extrapartidarios.

Los ojos de Sapag están puestos en el horizonte posterior al próximo domingo, cuando el veredicto de las urnas ponga en blanco sobre negro la verdadera proyección del actual mandatario.

Las encuestas que se manejan tanto en su sector como en el Frente para la Victoria dan cuenta de que Cristina dobla en votos a Sobisch y tercera está Carrió. Ambas fuerzas coinciden también en marcar una relativa paridad entre los candidatos legislativos. Pero unos y otros admiten que la sorpresa la puede dar el fuerte "arrastre" que podría ejercer la esposa del presidente.

En el caso de la elección municipal, lo que trasciende de los sondeos da cuenta de una moderada ventaja a favor de Brillo. Según los seguidores de este último, superior a los 6 puntos y para Quiroga y el kirchnerismo, de 3 ó 4. No obstante, todos reconocen que Brillo ha perdido algunos puntos mientras Farizano ha crecido. Ocurre que frente a una polarización tan marcada, en la que no cuentan los demás candidatos, lo que pierde uno lo absorbe de inmediato el contrario.

Con todo, no cambiaría demasiado que gane el candidato del MPN o el de la Concertación para que se verificara la premisa inicial de este análisis.

Desde luego, un eventual triunfo de Farizano acentuaría la sensación de que el partido provincial está siendo castigado por el desgobierno de estos años. Además subrayaría la satisfacción del electorado con la gestión Quiroga, y su decisión de evitar que la principal ciudad de la provincia caiga también en manos del MPN.

Sin embargo, si ocurriera lo opuesto, no está escrito que Brillo, a quien con bastante fundamento la oposición ubica como cercano a Sobisch, se vaya a mantener en esa tesitura después del próximo 28.

Por lo pronto, en el sapagismo se descuenta que el ex jefe de Gabinete sobischista tomará inmediatamente distancia, con más razón si su antiguo jefe experimenta un traspié como el que auguran las encuestas.

Es un lugar común además, que en un partido como el MPN, que hace culto del pragmatismo, casi sin excepción dirigentes y funcionarios migran rápidamente hacia posiciones afines a la de quien pasa a manejar el presupuesto.

HÉCTOR MAURIÑO

vasco@rionegro.com.ar