La política autóctona sucumbe en giros imprevisibles. El domingo se votará en el país, pero Río Negro tiene su mira puesta más allá.
Los radicales, signados con su futuro vago o mudable. La oposición se proyecta en bifurcaciones.
El porvenir de los radicales rionegrinos se instaló en plena campaña. Despreocupado, Saiz ofreció una respuesta sincera pero, políticamente, incorrecta para sus pares. Admitió la opción de conformar otra fuerza, salvo que capitule la actual conducción del radicalismo nacional. La historia argentina y rionegrina conoce de pocos renunciamientos frente a fracasos electorales. ¿Por qué debería darse con la orgánica de la UCR nacional?
Sobraron expresiones alejadas de los hechos y gestadas en el voluntarismo. Todo en un poder oficialista donde reina el pragmatismo, que lo puso en la encrucijada actual por su sociedad con el kirchnerismo.
San Antonio replica esta conversión política. Mañana vencerá el plazo para presentar las listas que confrontarán en esa elección municipal del 16 de diciembre.
Las gestiones internas fracasaron. Los radicales tendrán dos candidatos: la intervención con sello partidario postulará a Walter Hermida ex concejal de la Alianza y ex funcionario del intendente Adrián Casadei mientras que el legislador Alfredo Lasalle encabezará la lista de la Concertación Cívica, que conforman el MPP y el ARI. Otro hecho que diferencia el deseo de lo real.
Un expediente del Tribunal Electoral cobija otro sombrío antecedente radical: la solicitud de una alianza de la UCR intervenida con el PJ, que rubricó el ex presidente de Lotería, Miguel Irigoyen al otro día que fue designado normalizador del comité sanantoniense. Tanta contradicción obligó a que la intervención provincial pidiera al tribunal que desconociera lo firmado por Irigoyen. Aun así, el cuerpo evalúa formalmente aquel pedido de alianza.
El legislador justicialista Javier Iud persiste en su postulación municipal y en su acuerdo con Irigoyen. Otra rara contradicción.
El ex presidente de Lotería afrontará el año próximo un juicio penal por el cobro de coimas en el manejo de los juegos de azar en Río Negro. Hace tiempo, Irigoyen transmite su malestar al ex gobernador Pablo Verani porque entiende se lo somete al desamparo judicial. Ocurre que Verani tiene un espejo superior en el cual mirarse y preocuparse: la del imputado y empresario Andrés Santamaría, amigo de su hijo Emilio.
¿Cuánto de resentimiento expresa Irigoyen con su accionar? ¿Actúa en respuesta a un trato que no obtuvo? Verani sabía de las quejas de Irigoyen, pero su posición lo sorprendió. "Voy a apoyarte en la campaña", le prometió telefónicamente al ex gobernador horas antes de aceptar la intervención partidaria.
Iud como nadie conoce el accionar de Irigoyen en la Lotería. En el 2003, el legislador integró la Comisión Investigadora que concluyó con dos dictámenes. El más crítico lo firmó la mayoría de sus miembros, pero que el bloque radical que ya había superado sus diferencias entre veranistas y mendioristas evitó su lectura en el recinto. Ese informe reúne las acciones por las que actualmente Irigoyen está procesado. Iud firmó ese duro dictamen.
La oposición aporta lo suyo en este escenario contradictorio, fiel reflejo del esquema provincial. El Frente Grande de Julio Arriaga abandonó a Iud y respalda las candidaturas de Todos por Todos, una agrupación vecinal que sí acompañó al senador Miguel Pichetto. Aquella deserción imposibilita que el legislador se presente con la alianza del Frente para la Victoria.
La derrota provincial amesetó el poder, pero persiste una clara diferenciación entre el PJ y el Frente Grande. Es curioso políticamente que el mayor lazo se conforme en la relación personal construida entre Pichetto y Arriaga. Ellos acordaron dos bloques administrativos diferentes. "Los manejos de fondos siempre complican y así vamos a concentramos en las coincidencias políticas", justificó un miembro del bloque. Ese esquema igualmente está poco afianzado.
El Frente ensaya alguna que otra estrategia conjunta con el oficialismo, motivada en proyectos compartidos. Nada es casual. El próximo bloque radical necesitará de aliados para sostener su mayoría y, en primer lugar, mantener el manejo de las comisiones. Hasta ahora, el oficialismo impuso su supremacía para concentrar todas las presidencias. ¿Sería raro que ceda ese histórico privilegio a la nueva mayoría del Frente para la Victoria?
Las formas prevén que la separación administrativa de los bloques exige un trámite favorable de la presidencia de la Legislatura. ¿Habrá iniciales exigencias del oficialismo al arriaguismo para autorizar esa autonomía administrativa?
Afinidad o seducción, el arriaguismo manifiesta ambivalencia para su futuro. Poco hacen sus socios justicialistas para retenerlos.
Pichetto y Carlos Soria mantienen por ahora un medido equilibrio. Confían en que sus proyectos no colisionen. El senador marcha para afianzarse en el escenario nacional con la conducción del bloque de la cámara alta o con un ministerio en la gestión de Cristina Kirchner.
El intendente tiene más ímpetu y exagera en la confrontación por doquier. Envalentonado con su victoria, Soria pretende institucionalizar su liderazgo opositor y asumirá el manejo de la Liga de Intendentes del PJ, hoy conducida por Juan Garrone, de Godoy. Es posible que también ubique a Carlos Peralta en la presidencia del bloque.
Deberá moderar tiempos y modales. Las mejores victorias tienen límites. Soria ya había diseñado un llamado para esta semana con los intendentes y legisladores en funciones y electos. Se ilusionó con ese inmejorable marco para su proyección opositora. Señales críticas motivaron su postergación. Nadie quiso arriesgarse en la última semana de las elecciones.
Existían razones. El legislador arriaguista Fabián Gatti que preside y seguirá al frente de su bloque anticipó que los suyos no irían al llamado y cuestionó los modos. Mantuvo las críticas en reserva, pero el legislador electo del PJ, Daniel Cortés, sí hizo público cuestionamientos parecidos. Soria como siempre salió a la búsqueda de conspiradores.
Todo es más sencillo, hay demasiados vendavales de furia para proyectar un escenario de sólidas y tradicionales alianzas. La sociedad se transformó en la última década, pero los políticos exponen su propia rotación.
ADRIÁN PECOLLO
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