Sean quienes fueren locos, vengadores, mafiosos, conspiradores, según la larga lista que está bajo la óptica de los investigadores, la salvaje ejecución de tres policías en una dependencia del sensible ministerio bonaerense a cargo de León Arslanian sacudió duro el final de la campaña electoral.

A siete días del test para renovar el presidente, cada postulante hace su juego por separado, esto es: sin debatir cara a cara con el adversario, avivando aunque parezca un contra- sentido la apatía de la ciudadanía.

Es que a pesar de la impresionante recuperación económica, que ya lleva 57 meses consecutivos de crecimiento tras el derrumbe del 2001, algo debe estar fallando en el sistema democrático para que el hombre común se sienta en un estado de permanente zozobra e inerme ante el acecho de la delincuencia.

La Argentina esconde violencia detrás de los discursos bonitos que a esta altura entusiasman a muy pocos. Para el presidente Néstor Kirchner, punta de lanza del proyecto para entregar la posta por 4 años a su esposa Cristina Fernández la indiscutible favorita en las encuestas a pesar del amplio rechazo que se percibe en sectores urbanos de las clases media y alta, "no fue casualidad" lo que pasó "turbia, suciamente" en Arana, cerca de La Plata.

Cuestionó Kirchner la discusión judicial tardía sobre la validez o no de las candidaturas a gobernador de Francisco De Narváez, el opositor apañado por Mauricio Macri para disgusto profundo de Ricardo López Murphy, y Daniel Scioli, el oficialista que se mudó de la Capital Federal a la provincia de Buenos Aires para tratar de garantizar a Cristina el triunfo en el distrito más poblado del país, el que aporta el 37% de los votantes del total del padrón.

"No me gusta que proscriban a nadie", sentenció en medio del estupor por el triple crimen y las amenazas de muerte sufridas por encuestadores a los que el gobierno les encarga sondeos de opinión que levantan las iras de los otros postulantes. Esos números están bajo sospecha, como los que consagraron en Córdoba al frente del Poder Ejecutivo a Juan Carlos Schiaretti, luego de un lento escrutinio que da lugar a que su contrincante, Luis Juez, siga pregonando para mal del conjunto: "Me chorearon".

¿Qué presumió Kirchner desde el atril? Algún ajuste de tipo mafioso o un episodio relacionado con los juicios por violaciones a los derechos humanos que acaban de terminar con las condenas al ex comisario Miguel Etchecolatz y al sacerdote Christian von Wernich. Cuestionó sin nombrar a Juan Carlos Blumberg, por rodearse de exonerados de "la maldita" policía, denominados "los sin gorra", y reclamó acelerar las pesquisas.

Arslanian, a quien se le reprocha haber dicho que en la Argentina se está mejor que en los Estados Unidos en materia de seguridad, abonó la hipótesis desestabilizadora.

Dijo que sectores del pasado, asociados a la "derecha activa de hoy", se mueven en la sombras porque "se desesperan al ver que se acerca el 28 de octubre y no logran que nadie tenga la posibilidad de forzar una segunda vuelta con Cristina".

El camarista que integró el jurado que procesó y sentenció a las juntas militares de la dictadura sostiene que aquellos que crean con la ayuda de los medios "esta sensación de inseguridad" están presionando para que Scioli y su posible sucesor Stornelli "se decidan por la mano dura" que tanto rechazan los juristas garantistas. De alguna manera, Scioli volvió a marcar diferencias con el kirchnerismo al señalar que "no hay espacio para el aprovechamiento político del dolor" y augurar menos contemplación para los malhechores.

Desde el dividido arco que va de Elisa Carrió a Roberto Lavagna, pasando por el peronista ortodoxo Alberto Rodríguez Saá, se reaccionó con moderación. Aunque los sectores a los que el matrimonio pingüino produce alergia están decidiendo por estas horas a quién apostar para buscar un ballottage.

Son más contreras que otra cosa. No se resignan a esperar la elección de 2011 como hizo Macri.

Desde la Rosada se difundió que militares retirados de las Fuerzas Armadas están llamando a inclinarse por "Lilita" y que detrás del "boicot" hay grupos justicialistas que estarían alentando el retorno de Eduardo Duhalde a lo largo del 2008.

Kirchner, en medio de tantas acechanzas, se sigue mostrando como un orfebre económico. Embistió contra los bancos y los obligó a bajar las tasas de interés, en una suerte de anuncio con mucho de tufillo electoral.

Además, como las inversiones genuinas tardan en llegar (y demorarán más si no mejora el clima de negocios con fuertes señales de previsibilidad), determinó la repatriación de fondos que las AFJP tenían depositados en Brasil. "Serán unos 8.000 millones de pesos que se volcarán al circuito productivo", se entusiasmó Kirchner.

El presidente se reserva para después del 10 de diciembre una suerte de papel de ministro de Hacienda: ya se prepara para amortiguar cualquier posible fuga de capitales y quitar margen a los que especulen con el valor del dólar.

Se vienen maratónicas exposiciones de los aspirantes al sillón de Rivadavia. Influirán las encuestas que se difundirán hoy, pero se jugará al mejor estilo de Los Pumas ante Francia.

Rodríguez Saá imagina una "ingeniería" que lo catapulte a la segunda vuelta, con votos humildes que, pese a estar sometidos al "escarnio de los planes clientelares" en el Gran Buenos Aires, terminen sufragando por "el verdadero peronismo" en el cuarto oscuro.

A Carrió se la observa con gran tranquilidad espiritual y creciendo en las grandes urbes. Y a Lavagna, ocupado en captar indecisos, sin poder expurgarse el aire doctoral y con un pie en el alfonsinismo y otro en el duhaldismo. Eso sí, hace gala de sus dotes de timonel serio de las finanzas.

En el fondo, sin dilapidar los esfuerzos de los últimos 5 años para poner de pie al país, con una actitud digna ante el FMI, los argentinos perciben que para no sucumbir ante el garrote o la pistola en cualquier esquina también hay que construir un marco de convivencia con justicia social, libertad, paz y diálogo fraterno.

Algo que está muy lejos de los propósitos de los asesinos de los jóvenes policías de la provincia de Buenos Aires y de sus mandantes.

ARNALDO PAGANETTI

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