Los ataques mortales de rebeldes kurdos desataron en Turquía una tormenta de indignación. El primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, y el presidente Abdullah Gül le prometen ahora a su pueblo que el Ejército actuará sin vacilar.
Los soldados han de estar a disposición para un operativo mayor que incluso atraviese las fronteras del propio Estado, hacia las regiones a las que se repliegan elementos del proscrito Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) en el norte de Irak, algo que el Parlamento turco aprobó la semana pasada.
Pero la cúpula del Estado turco también advierte la importancia de mantener la cabeza fría. Porque Turquía teme que con una ofensiva en el norte iraquí pudiera caer en una trampa estratégica que le haya montado el PKK. Con provocaciones, el PKK quiere inducir a Turquía a marchar sobre el norte de Irak, advertían ayer comentadores turcos. Entonces, Turquía se vería expuesta a la confrontación con su aliado Estados Unidos en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y con la administración autónoma kurda.
Tras los enfrentamientos que se registraron este fin de semana, el presidente de Irak, Yalal Talabani, de ascendencia kurda, y el líder de la región autónoma kurda del norte de Irak, Masud Barzani, subrayaron su llamado a que haya una solución diplomática al conflicto de Turquía con el PKK. Ningún hombre kurdo, "ni siquiera un gato kurdo" será extraditado a Turquía, afirmó Talabani. Previamente líderes kurdos anunciaron que también unidades de los kurdos iraquíes combatirán al Ejército turco en caso de que los soldados atraviesen la frontera a Irak en una expedición de castigo contra el PKK.