CARLOS TORRENGO

Lejos de establecer conexión puntual entre el asesinato de los tres efectivos de la Bonaerense y la política, no es menos cierto que en el marco de la transición, no es la primera vez que un proceso electoral es, sobre finales o ni bien concluidos, fuertemente golpeado por extremos hechos de sangre o de incrementos muy significativos de tensión. Veamos.

" Marzo del '73. El 11, Héctor Cámpora gana la presidencia. Obtiene el 50 % de los votos. Argentina comienza a alejarse de la dictadura militar instaurada el 28 de junio del '66. El peronismo vuelve al poder tras 18 años de haber sido derrocado y proscripto. El país respira hondo, quizá anidando la esperanza vana por cierto, de poder marchar hacia la democracia. Cámpora viaja a Madrid a dedicarle el triunfo a Perón. En esos días, el ERP 22, decide matar. Desde su lógica militarista, no puede permitirse dejar que se intente la democracia. Entonces elige el blanco: el contralmirante Hermes Quijada. Es fácil. Está retirado. Lleva, además, una vida rutinaria, fácil de seguirla. Y por orden de Agustín Lanusse, presidente de facto, meses antes Quijada puso la cara para justificar lo que no podía justificarse: la masacre de Trelew. Fusilamiento organizado por un grupo muy reducido de marinos, al margen de toda orgánica. Como jefe del Estado Mayor Conjunto, Quijada explica. Luego le dirá a algunos de sus camaradas: "Lanusse me condenó a muerte". Y llega el día. A media mañana, el auto en el que va el marino avanza lentamente por calle Junín. Lo sigue una moto con dos personas. En un momento dado, se pone junto a la ventanilla de Quijada. Bien entrenado, Fernández Palmeiro vacía el cargador de la 45 sobre el pecho del marino. La moto pega un brinco en procura de escape. El custodio frena. Hace puntería y Fernández Palmeiro comienza a morir. Terminará desangrado en un departamento de la calle Catamarca. A la mañana siguiente, los restos de Quijada son llevados a la Chacarita. El jefe de la Aviación Naval Horacio Mayorga despide los restos del marino. "En momentos como éste, es difícil sustraerse a la tentación de no entregar el gobierno", dice y recibe una ovación. Lo pasan a retiro y el clima político se enrarece. Sin embargo, el 25 de mayo Cámpora es presidente.

" Pasan los años y otra dictadura fenece, la instaurada en el '76 es sólo sinónimo de agonía en setiembre del '83 cuando Raúl Alfonsín e Italo Luder se sacan chispas en la carrera por la presidencia. Hay bombas y amenazas que se acreditan a un régimen que muere. Y un día de ese final de invierno que lleva a la primavera del 30 de octubre en que se votará, una banda de paramilitares secuestran a un polémico personaje de la vida argentina: Patricio Kelly. La banda tiene un líder: Gordon. Kelly tiene pasado violento, turbio. Ha sido fascista de la Alianza Libertadora. Pero ha girado y acercado a Israel. Del '80 en adelante, denuncia violaciones a los derechos humanos y la encara contra varios generales y el almirante Massera. Todos con las manos chorreando sangre. La política se une y también denuncia: "La dictadura no quiere ceder. Los asesinos siguen matando. Quieren impedir las elecciones". Entonces, bajo un clima tenso y movilizante, desde el Ejército alguien recibe una orden: "Paren la mano". A la madrugada siguiente, Kelly aparece en una estación de servicios de la Panamericana. Vivo y con la camisa ensangrentada que guardará hasta su muerte. Y hubo elecciones.

" Y llega noviembre del '85. Manda Alfonsín y vienen las elecciones parlamentarias. Las Juntas Militares están a punto de ser condenadas por asesinas. Cientos de oficiales de las FF. AA están bajo capilla judicial por la misma causa. Al gobierno, además, se le ocurrió llamar a un plebiscito sobre ir o no a un arreglo con Chile por el Beagle. Algo hay que hacer, se dice desde algunos pliegues y repliegues del ex poder militar. Y alguien aprovecha la boleada. Y entonces, durante semanas, centenares de escuelas de todo el país son desalojadas por amenazas de tener bombas. El clima se enrarece. Gana el miedo, el fantasma de los viejos tiempos. "Quieren impedir las elecciones", denuncia Alfonsín y aplica el Estado de Sitio. Y hay elecciones.

" Ayer, tres jóvenes de la Bonaerense fueron asesinados de modo salvaje. Todo en el marco de la inseguridad en que vive el país. Y en el espacio de pertenecer a la Bonaerense, un servicio con mucho déficit ético en el ejercicio de su papel. ¿Tendrán estas muertes alguna connotación política de cara a las elecciones?