VILLA LA ANGOSTURA (AVLA)- "La mayoría de los países no reconocen el problema, no toman en serio la salud mental. Los países pobres menos aún, porque piensan que el presupuesto tiene que ir para tratar otras enfermedades", dice el británico Graham Thornicroft, uno de los referentes mundiales en psiquiatría comunitaria y supervisor del Instituto Austral de Neuquén, dirigido por el doctor José Lumerman. El suicidio es la primera causa de muerte entre los jóvenes neuquinos de 15 a 25 años, y la tercera en el orden nacional. Sin embargo, no hay ningún plan de salud pública a nivel nacional o provincial para paliar los trastornos mentales.
Según Thornicroft, en el mundo, por año una de cada cinco personas padece una enfermedad mental (alcanza al 30% de la población adulta), y tres cuartas partes de la gente enferma no recibe ningún tratamiento. "Todos los países presentan un escenario similar: los problemas mentales son muy comunes, no son tratados, y para los gobiernos los problemas mentales son de baja prioridad. En todo el mundo el 12% de las discapacidades sociales son producto de las enfermedades mentales,pero el presupuesto que se destina al problema es sólo del 2%. En los países más pobres, es inferior", afirma.
Para el especialista, la falta de conciencia sobre la dimensión del problema en los gobiernos está relacionada con la "estigmatización" social de la enfermedad mental y en la falta de conocimiento: "Quizás los políticos no están confortables con hacer algo al respecto, quizás piensan que sería una pérdida de dinero (...) o quizás, ellos mismos tienen problemas mentales, por el estrés, alcoholismo, etcétera".
En los países desarrollados la estrategia se basa en "desestigmatizar" la enfermedad mental mediante campañas publicitarias de concientización para "romper el prejuicio", informando a la comunidad sobre sintomatologías y las posibilidades de tratamiento, así como también creando servicios de atención primaria mediante la capacitación de médicos generales y enfermeros. El plan está dando resultados y se fueron reduciendo los manicomios.
Mientras que en los estados del denominado "primer mundo" el índice de suicidios ha ido descendiendo, en los países en transición como la Argentina, se observa un claro crecimiento. Es que tanto el suicidio como los trastornos de la alimentación estarían vinculados a los factores sociales y económicos, relación que no está comprobada en otras patologías.
Paradójicamente, en los países desarrollados el índice de suicidio es más alto en las clases más postergadas, y en nuestro país apunta el Dr. Lumerman- los sectores de alto riesgo se encuentran en la clase media y alta.
Para Thornicroft, la diferencia es de género: los trastornos mentales son más frecuentes en las mujeres que los hombres, sobre todo la depresión, ansiedad y ataques de pánico. Asimismo, asegura, los hombres solteros y las mujeres casadas comparten un escenario común: ambos sectores son los que más sufren trastornos mentales.