Por un lado, el pasado está presente con gran vigor porque no se terminan de saldar las cuentas y no se encuentra un proyecto nacional superador y aglutinante. En ese rumbo, la Justicia condenó el martes por delitos de lesa humanidad al sacerdote Christian von Wernich, mano derecha y confesor del temible extinto jefe de la Policía Bonaerense en la última dictadura militar, el general Ramón Camps.
El histórico fallo sacudió fibras íntimas de una sociedad a la que hoy, mayoritariamente, la desvelan otras preocupaciones.
Las autoridades de la Iglesia sólo difundieron un lacónico comunicado. Sin nombrar por su nombre al genocida, el Episcopado destacó estar "conmovido" y apostó a que la sentencia sea un llamado "a alejarnos tanto de la impunidad como del odio y del rencor".
No fue más allá, porque en el seno de la institución hay dignatarios que siguen identificados en algún sentido con Von Wernich y, más que en poner el acento en la revisión de los trágicos hechos ocurridos entre 1976 y 1983, mantienen una postura beligerante hacia el gobierno que promueve la abolición del aborto y la enseñanza sexual en los colegios.
No mostró Von Wernich signos de arrepentimientos ni pidió perdón. Todo lo contrario. Se colgó de una frase del cardenal Jorge Bergoglio ("el diablo es el padre de la mentira"), para descalificar en su alegato a los testigos que señalaron su participación en los centros de tortura, preámbulo de la "solución final" de las "desapariciones". Su superior eclesiástico, enrolado en el ala conservadora, el obispo de Nueve de Julio Martín de Elizalde sí hizo un acto de contrición, aunque no creyó oportuno sancionarlo de inmediato con la prohibición de impedirle el ejercicio del ministerio sacerdotal. Indicó que antes hará una evaluación de acuerdo con las normas del Derecho Canónico y consultará la opinión del Vaticano. Por supuesto, tales recaudos, motivaron las fuertes críticas de los organismos locales defensores de los derechos humanos, entre ellos Madres y Abuelas de Plaza de Mayo.
Por otro lado, está la campaña electoral en su tramo final. Los que van rezagados Elisa Carrió, Roberto Lavagna y Alberto Rodríguez Saá descreen de las encuestas y hasta prometen "desnudar" a sus dueños y denunciarlos por estar al servicio del que paga, en este caso del gobierno que se aprovecha de una caja donde entra más de lo que sale.
Es difícil encontrar a muchos al menos en la ciudad de Buenos Aires que pregonen abiertamente un voto por Cristina Fernández de Kirchner. No menos cierto es que varios de los jefes peronistas del conurbano bonaerense aceptan a regañadientes su candidatura. Trabajan para ella a pesar de que los trató de "mafiosos". Ideológicamente, no la aceptan. Uno de los más enojados, según pudo saber "Río Negro", es Hugo Curto, el poderoso intendente de Tres de Febrero
Curto nunca lo admitirá en público, pero se enojó con Cristina cuando se enteró de que lo trató de "negro de m..." en una reunión. Por eso, decidió prestar parte de su ejército de fiscales para que colaboren con Jorge Sobisch en el distrito de San Isidro. Lo hizo a través de Andrea Prodan, la funcionaria echada por Nilda Garré del Ministerio de Defensa por haber concedido una entrevista a la revista "Noticias". La esbelta mujer se presenta como aspirante a jefa comunal en un distrito donde es poderoso el radical K Gustavo Posse.
Por lo menos cuatro de las principales firmas dedicadas a pulsar por anticipado el humor colectivo coincidieron en señalar a este diario que Cristina estaría obteniendo más del 40%, con una luz de diferencia de más de 10 puntos sobre el segundo, lo que no haría necesaria una segunda vuelta. Este sitial se lo disputan tenazmente Carrió, mejor vista por el establishment a partir de la incorporación del ex titular del Banco Central, Alfonso Prat Gay, y el ex ministro de Eduardo Duhalde y Kirchner, Roberto Lavagna, por el que hace propaganda abierta Raúl Alfonsín.
Con Lavagna ocurre algo curioso. Debió cambiar bruscamente su estrategia comunicacional para subir su grado de aceptación. Contrató a la agencia Burston-Marsteller (desafortunadamente célebre por haber creado el eslogan "los argentinos somos derechos y humanos"). Así empezó a desacartonarse y mostrarse como un ciudadano común: jugó al pool y fue a ver como un hincha más el partido de fútbol entre Argentina y Chile. "Por favor, hable lo mínimo de economía", se le aconsejó.
Dick Morris, el consultor norteamericano que diseñó la exitosa campaña para la reelección de Bill Clinton en 1996, dio su valorizado parecer: "Las encuestas muestran que casi el 60% vota por otro candidato o está indeciso. Eso podría indicar que si los opositores hubieran formado algún tipo de coalición, acompañando a aquel que tuviera más chances de derrotar a Cristina, probablemente ganarían la elección. La fragmentación afirmó beneficia al oficialismo".
La cadena informativa norteamericana CNN en español difundió el viernes pasado un programa dedicado a las perspectivas de la Argentina. Reconociendo que hay problemas serios por resolver crisis energética, inflación, alteración de índices, inseguridad, entre otros, el presentador no dudó en asegurar que el país, desde que Néstor Kirchner está en la Presidencia, pasó del infierno al cielo
Y ése es precisamente el cuadro a 14 días del testeo clave. Cristina aventaja sin hablar y los dirigentes opositores se retrasan, predicando cada uno por su lado e incluso peleándose entre sí. Y en las barriadas populosas del Gran Buenos Aires, donde los votos suman millones, el consumo en las clases humildes está de parabienes.
ARNALDO PAGANETTI
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