Miércoles 17 de Octubre de 2007 Edicion impresa pag. 30 y 31 > Sociedad
Argentinos, ¿al mate amargo?
Un buen equilibrio entre las calorías ingeridas y las gastadas es la única manera de obtener y mantener un peso sano. Pero muchas veces el factor de desequilibrio lo da la debilidad humana por los dulces. La idea no es prohibir los dulces sino administrarlos.

La preferencia natural de los humanos hacia el azúcar parece ser esencial para los procesos básicos de la vida. Lo dulce guía a los mamíferos recién nacidos hacia alimentos y bebidas seguros y nutritivos; mientras que lo amargo señala, de algún modo, un potencial peligro. Pero todas las calorías, vengan de carbohidratos, proteínas o grasas, cuando son excesivas, causan sobrepeso y obesidad. He aquí la cuestión.

"No hay que prohibir los dulces, sino aprender a administrarlos", fue la síntesis de la Declaración del Consenso Científico sobre lo Dulce y los Endulzantes elaborada el año pasado en Bruselas en la que se basa el programa "Managing Sweetness" de Oldways, una ong internacional que con el auspicio de diversas entidades de la salud, entre ellas, la Federación Argentina de Graduados en Nutrición (FAGRAN), sesionó recientemente en la sede de la Asociación Médica Argentina (AMA).

Varios estudios científicos prueban que un buen equilibrio entre las calorías ingeridas y las calorías que el organismo consume a través de sus procesos energéticos es la única manera de obtener y mantener un peso sano. No obstante, destacaron que en virtud de la innata relación del ser humano con lo dulce resulta imprescindible no prohibirlo, sino administrarlo.

 

Diez cucharaditas de azúcar por día

 

La declaración citada reconoce que los tres sabores que tienen mayor aceptación son, en orden de preferencia, el dulce, el salado y el umami (asociado con aminoácidos). En cambio, lo agrio y lo amargo suelen ser evitados. Y recuerda que la digestión y el metabolismo humano no diferencian los azúcares que se encuentran naturalmente en los alimentos de aquéllos que se adicionan a los mismos.

En este sentido, todos los azúcares aportan 4 calorías por gramo.

La mayor parte de la glucosa el combustible primario que el organismo quema para generar energía para las células se obtiene de los alimentos ricos en carbohidratos, frutas, lácteos y bebidas.

El cerebro consume el 20% de la energía corporal. Los músculos y el hígado almacenan parte de la glucosa sobrante (glucógeno). El resto se deposita en forma de grasa en el tejido adiposo.

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