BUENOS AIRES (Télam).- En "Los hombres invisibles" el escritor colombiano Mario Mendoza describe el aislamiento creciente del hombre contemporáneo a pesar del exceso de comunicación que ofrece la sociedad globalizada.
La aparición en 1988 en la selva del Guaviare, al sur de Colombia, de una tribu (los Nukak Maku) que no había tenido contacto con la civilización -"aunque desde épocas remotas se sabía de la existencia de esos hombrecitos invisibles"-, es el punto de partida de esta historia imaginada por Mendoza.
"Hay varios frentes en la novela, pero quizás el que más me obsesionó es la sensación permanente de aislamiento que tenemos porque nos han vendido esa imagen de estar intercomunicados. Y quizás necesitamos volver al café, sentarnos con los amigos, charlas, jugar a las cartas...", dijo el escritor a Télam.
"Nos han hecho creer que a mayores autopistas de información más nos comunicamos, pero es una falacia. Los expertos empiezan a hablar de una reversibilidad de los sistemas porque hay una sobresaturación y esto provoca el efecto contrario. Cada día estamos más solos", sentenció el colombiano.
Mendoza advierte que "amar cada vez se nos vuelve algo más enredado y complejo, hacer pareja parece una empresa imposible porque nos estamos atomizando. Esa sensación nos hace perder la sensación del otro, de la alteridad, de la tribu".
"No en vano aparece en internet una secta -la de los hikikomori- especie de anacoretas virtuales, que son muchachos entre 14 y veintitantos años que deciden un día no salir más de sus habitaciones. Y se quedan chateando o mirando videojuegos. En Japón ya superan el millón", resaltó. "El camino que formulo en la novela es lo opuesto, regresar a la tribu, y en este caso es literal: el protagonista tiene que viajar espacial y temporalmente para volver a recuperar algo fundamental, la sensación del otro -subrayó Mendoza-. Cuando entiende la dimensión de una conciencia colectiva entiende la de su importancia individual".
Hay una clave de redención en la historia, "pero de alguien que desciende y baja hasta las profundidades de la máxima incomunicación para reencontrarse con los otros".
En toda su obra Mendoza reflexiona "sobre lo que significa estar al margen". Un tema que aparece en su novela anterior, "Satanás", adaptada al cine y que estos días compite en el Festival de San Sebastián, luego de ganar como mejor película en el Festival de Montecarlo.
"Yo vengo reflexionando sobre lo que significa estar al borde, estar en el límite de..., fíjate que "Satanás"' es la historia real de un individuo que se queda completamente sólo y termina sacrificando y matando a los otros", relata.
En el caso de "Los hombres invisibles", "la pregunta sería como salir de la selva, y llegar a otro lado. Y el prota
gonista lo logra, algo que en 'Satanás' no pude. Tú no llegas al cielo directo, el único camino que nos conduce es el infierno".
En la novela surge también el tema de la responsabilidad colectiva: "Si no descubrimos a los otros tampoco podemos ser solidarios. Y tenemos la necesidad de serlo. Acá en América Latina ni se diga, porque somos democracias frágiles con problemas económicos muy graves".
"Somos países con experiencias límites y en el caso de la Argentina -menciona- a nosotros nos impresionó lo del corralito, fue como la caída de un sueño, la París sudamericana, y ver de pronto como todo estaba montado sobre un tinglado ficticio".
Y en Colombia, especifica Mendoza, "tenemos una guerra, las FARC, los paramilitares, escándalos permanentes y una cultura permeable a los dineros del narcotráfico en todos sus estamentos".
El escritor alude a "la responsabilidad del periodismo, la literatura, el cine, la música, que en nuestros continentes tienen una gran injerencia social. Hay que mirar de frente lo que está pasando y creo que la reflexión que no han hecho los hombres del poder de mi país la estamos haciendo nosotros".
