"Vengo a ver a Messi..." Esta fue la consigna de casi todos quienes el sábado pasado llenaron el Monumental.
Porque no era el partido de las Eliminatorias lo que empujó a la afición argentina a agotar las entradas anticipadamente. Tampoco el equipo de Basile. Ni siquiera la presencia de Marcelo Bielsa en el banco visitante, detalle ampliado hasta la morbosidad. Era Lionel Messi.
Huérfano de cracks desde el retiro de Diego Maradona, el fútbol argentino buscó en cada potrero al sucesor del "barrilete cósmico". Pero nadie imaginó que el heredero aparecería del otro lado del océano, en los prolijos campos de deportes del Barcelona Fútbol Club.
Por eso, el sábado, la gente llenó la cancha de River para conocer al futbolista que por tevé se parece cada vez más a Maradona y Messi, el que se parece cada vez más a Maradona con una pelota en los pies, juega en la selección para ser ese que todos ven por tevé con la del Barcelona.
Messi partió hacia España siendo apenas un adolescente. Y con él partió su genética futbolera, esa que todos quieren ver vestida de albiceleste. Messi lo sabe y quiere hacer en noventa minutos todo lo que hace partido a partido con la azulgrana del Barça.
Entonces el crack rosarino hace más de lo que pide el juego y muestra una versión acelerada del que juega en la Liga española. En fin, quiere hacer de cada momento con la pelota una jugada de antología. Esa que la multitud espera.
Pero también Messi será aquel Messi de la tevé si asocia su juego al del resto del equipo, si busca respaldo en Riquelme y complicidad, en Tevez.
Las Eliminatorias mundialistas serán la mejor excusa para que ese crack nacido en Rosario, pero de presente europeo se muestre ante los hinchas argentinos y demuestre porqué es el heredero que el fútbol argentino espera.
JUAN MOCCIARO
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