Con gran sorpresa recibimos y leímos la columna escrita por el juez Lorenzo Waldemar García (camarista en la Justicia neuquina) publicada el 4 de octubre en este medio, donde se defendía de la dureza con que fue criticado un fallo por él emitido mediante el cual impedía desvincularse del hospital local a dos jóvenes anestesiólogos. Así el magistrado manifestaba que no podía convenir con que su fallo se equiparara a una vuelta a la esclavitud, como lo habían sostenido juristas de prestigio nacional y también locales.

La sorpresa no fue tanto el contenido de su columna o que un juez saliera a defender su propio fallo, sino que siendo magistrado saliera a adelantar su postura a los medios cuando el expediente no tiene sentencia definitiva.

Esta situación nos hace pensar que el juez se ha sentido afectado por la crítica de sus pares, subordinando lo que es su deber, cuidar la independencia e imparcialidad que se le exige en la delicada función pública de camarista, bienes éstos que todos los ciudadanos esperamos sean cardinales en la función de impartir justicia, sin intermediar cuestiones personales. Sin perjuicio de ello, no vemos conveniente que un juez salga en los medios a defender su voto pues, si estaba dentro del derecho, las críticas no deberían hacer mella en su emisor.

Así las cosas, entiendo que esta lectura que, insisto, es una opinión más, aunque también puede ser la de cualquier otro ciudadano en cualquier otro asunto es cuanto menos una señal negativa para estos tiempos en que la sociedad descree tanto de la Justicia. Así, esperamos que si este expediente vuelve a radicarse en la cámara de apelaciones para tratar, por ejemplo, la sentencia definitiva, por decoro y ética se aparte del tratamiento del asunto pues por sus propias, públicas y quizá inoportunas opiniones tengo el convencimiento de que ya prejuzgó.

De la misma forma, me asombra y pido disculpas por mi supina ignorancia sobre el asunto cómo un juez puede condenar a dos personas a que hagan o dejen de hacer algo cuando ni siquiera eran parte de ese juicio. ¿Cómo ello no fue advertido por quien debe velar por el mantenimiento del orden jurídico? Tampoco entiendo cómo se puede mandar forzadamente a hacer anestesia a un profesional a un lugar determinado cuando ésa no es su voluntad, teniendo en cuenta la delicadeza de la labor y más aún cuando las razones que motivan la decisión se sustentan en un decreto ministerial del 2005 o en una supuesta acción corporativa de una asociación de la especialidad.

Asimismo, como pido disculpas anticipadamente por mi desconocimiento en el análisis del derecho y como correlato de este saber específico que no tengo, respetuosamente pienso que, a la inversa, debería el magistrado opinante, cuanto menos, interiorizarse un poco más de las implicancias de la actividad galénica, así honraría con conocimientos la memoria que venera y no prejuzgaría tan livianamente sobre la actividad del anestesiólogo: diariamente, éste pone al 60% de sus pacientes en coma farmacológico y paro respiratorio para que puedan recibir una agresión quirúrgica; en estas condiciones, si no son intubados en dos minutos morirán indefectiblemente.

El hacer diario de nuestra tarea requiere de un equipo de trabajo con los conocimientos técnicos específicos, en el que la confianza en el saber del profesional que nos acompaña y recibe nuestro paciente es fundamental; el paciente acaba de salir de un estado de coma con una herida quirúrgica.

La disponibilidad de alternativas a situaciones no deseadas debe ser completa y precisa; por ejemplo, disponer de un tubo de oxígeno auxiliar, elementos para sortear con éxito una intubación dificultosa, instrumental alternativo de asistencia ventilatoria, variedad de drogas que nos permita elegir con libertad e idoneidad lo que al paciente médicamente le está indicado y le conviene.

Los doctores deberían saber que las asociaciones de las distintas especialidades médicas no otorgan matrícula ni forman especialistas; ésa es una facultad del Estado, por lo que mal podrían actuar corporativamente las asociaciones cuando es aquél el que forma a los distintos especialistas.

Los sistemas de salud son mucho más complejos que la reducción que usted pretende; como dijo nuestro gobernador, el sistema es uno solo (público y privado) claro, esto en el marco de una acusación de desvío de recursos. La medida que usted pretende no soluciona nada, descubre del recurso a otras instituciones y sólo contribuye a alejar futuros graduados de todas las especialidades médicas. No carguemos la responsabilidad del funcionamiento del sistema en dos o en los anestesiólogos.

Señala usted, con razón, que las leyes que regulan el ejercicio de la medicina (nacionales o provinciales) contemplan que es nuestra obligación "prestar colaboración a las autoridades". Es por ello que también le pregunto si usted está al tanto de que todos los anestesiólogos de la provincia del Neuquén incluidos los dos a los que condenó en su medida cautelar estamos yendo al Hospital Heller a "prestar colaboración" con la crisis de salud y de que somos la única especialidad convocada a cubrir un servicio mediante una carga pública que se está cumpliendo desde hace varios meses y, lo que es peor, sin que se nos paguen los ciento ochenta pesos que nos abonarían por día de guardia activa (de 24 horas). ¿A usted le parece, doctor, que un profesional gane 180 pesos por 24 horas de guardia?

Está al tanto de que somos la única especialidad que ofreció gratuitamente jornadas quirúrgicas.

Es un "manotazo de ahogado", como a usted le gusta llamarlo. Antes bien sostengo que, a mi forma de ver las cosas, puede ser junto con la disposición que fijó la carga pública el tiro de gracia al sistema de salud, pues si lo que necesitamos es que vengan profesionales anestesiólogos a radicarse en esta provincia, tenga por cierto que con estas disposiciones se estará ahuyentando a aquel que haya tenido esa idea en la cabeza, pues a nadie se le ocurrirá ingresar en un sistema del que no sabe si luego podrá salir. Cualquier persona apreciará que las cosas que aquí manifiesto dan cuenta de que el problema en el sistema de salud neuquino no es un problema de los anestesistas, como algunos convenientemente prefieren mostrarlo, sino de toda la estructura.

Si la supuesta corporación a la que ustedes se refieren entraña alguna acción delictiva y/o punitiva legalmente, hagan la denuncia donde corresponda; usted es juez.

Por último, si su conciencia está tranquila como allí afirmó, pues entonces la columna que escribió quizá no haya sido necesaria.

JOSÉ LUIS VERA (*)

Especial para "Río Negro"

(*) Médico anestesiólogo. Miembro de la Asociación de Anestesiología de Neuquén