Sábado 06 de Octubre de 2007 Edicion impresa pag. 51 > Cultura y Espectaculos
La lección de piano
El pianista chino Chun Wang, de sólo 17 años, asombró al experimentado público del encuentro por su potencia, brillantez e impresionante virtuosismo.

SAN CARLOS DE BARILOCHE.- ¿Por qué el chino Chun Wang, de sólo 17 años, ha ganado desde 2005 seis premios internacionales en el competitivo mundo de los jóvenes pianistas?, ¿por qué el éxito a partir de su debut artístico, a los 16, en el Brasil? La respuesta quedó de manifiesto para el público de la Semana Musical.

"Allegro molto e con brio" fue el primer movimiento de la "Sonata en Mi Bemol Mayor, Op. 7", de Ludwig van Beethoven con que comenzó el recital. Brío desplegado por Chun, quien desde un primer momento dejó en claro que la potencia o el volumen no son problemas para él y que el piano es sólo herramienta en sus manos.

Hay artistas que generan una relación de ida y vuelta con su instrumento, como si de un sujeto de emociones se tratase, y le prodigan mimos o respetuosa consideración.

No es el caso de Chun Wang. Sin partitura, se "aboca" al teclado como a un tablero de ajedrez, con una concentración instantánea mayúscula. Le extrae la música como a una jovencita temblorosa rodeada por poderosos brazos. La sensación que produce esa actitud es curiosa al contrastarla con la juventud del ejecutante.

La primera parte se completó con 12 estudios Op. 25 de Federico Chopin.

-"¡Impresionante!" fue el comentario más escuchado ya en el intervalo, y más tarde al finalizar el recital con una ovación de pie de casi todos los presentes.

 

Incidente

 

Al comenzar la segunda parte, el escaso poder de síntesis del presentador exasperó a una mujer del público, que reclamó a viva voz: - "Nosotros queremos música".

Marcelo Arce, que el jueves tomó la posta que le entregó Julio Palacio en esa labor, llevaba 25 minutos de monólogo; no obstante siguió 5 minutos más y hasta se oyeron algunas palmadas de protesta.

En los espectáculos, el manejo de los tiempos puede ser la diferencia entre el éxito y el fracaso. Las presentaciones ocupan un discreto segundo plano respecto del artista y esto ningún comentarista debería ignorarlo, por más erudito, chispeante y locuaz que se vea a si mismo.

Superado el episodio, Chun Wang restableció el equilibrio en la franja de placer que había instaurado al principio.

"Gaspard de la Noche", de Maurice Ravel; "Estudios de ejecución trascendental N° 11" y "Rapsodia Húngara N° 2" de Franz Liszt hicieron olvidar el bochorno.

Brillante y potente ejecución que obligó, por supuesto, al bis. "Juegos de agua", de Ravel, selló una noche a pesar de todo, extraordinaria.

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